RESISTENCIA DEL PUEBLO MAYA FRENTE AL DESPOJO I.
PRESENTACIÓN DEL ENSAYO "RESISTENCIA DEL PUEBLO MAYA FRENTE AL DESPOJO" DE PEDRO UC BE
Miércoles 28 Abril de 2021
Ana de Ita – Quiero decirles que este texto nos pone realmente muy contentos porque es una expresión de lo que es el pensamiento maya actual contemporáneo, para nosotros ha sido un gusto poder publicarlo y que este texto le sirva a los demás para conocer cómo piensan algunos de los integrantes del pueblo maya de su territorio; Pedro Uc es un activista, sociólogo, teólogo, filósofo, literato, un luchador social, un poeta, un educador popular, pero sobre todo es un gran conocedor de su cultura maya y de su territorio, en su texto van a ver que se puede sentir cómo se vive en las comunidades de allá, cómo piensan la milpa, la tierra, los seres que acompañan a las personas, el fogón, y el texto de Pedro es un texto muy crítico, muy fuerte que nos inyecta muchísima energía y que trasmite mucha sabiduría personal porque él tiene pues un conocimiento muy profundo de la lengua maya, de la cultura maya y de la tierra maya.
Las fotografías que acompañan al texto, de Haizel de la Cruz, son realmente una maravilla, como ustedes podrán ver es el complemento perfecto del texto, porque la fotógrafa Haizel de la Cruz que también es maya tiene una sensibilidad muy muy especial.
Entonces desde el CECCAM quiero agradecer a los compañeros que están para presentar y que forman la mesa realmente muy muy importante, Magda Gómez, Luis Hernández y el autor Pedro Uc. Le voy a pasar la moderación a Ramón Vera a quién también le agradezco muchísimo su participación y la edición de este cuaderno, entonces aquí seguimos y muchas gracias.
Ramón Vera – Bueno muchas gracias Ana, muchas gracias por la invitación a que participe aquí en esta mesa, pues ahora sí que pues presentando a la gente y presentando sobre todo a estos presentadores de lujo que finalmente es como una fiesta, una celebración, por un texto que como tu bien dijiste es un texto sumamente importante, fue muy importante recibirlo y ver algo tan acabado y como decíamos hace rato como con un entramado de muchísimos hilos, muchísimas cuerdas qué mostrar de lo que es ese entretejido que podemos llamar territorio, porque estamos para los que no lo saben, para las que no lo saben, estamos en la presentación de este cuaderno, vamos a llamarle así porque no es un libro así gordo de muchísimas páginas pero si es un cuaderno muy importante que se llama “Resistencia del territorio maya frente al despojo” y esta resistencia del territorio maya, ponerle así como titulo de inmediato nos lleva a entender que el territorio es toda la gente que está ahí, toda la gente que de algún modo se reconoce en ese espacio y que tiene una relación profunda, milenaria y actual con ese territorio y justamente por eso es el territorio actuando en crianza mutua porque se defiende contra ese despojo ¿no?, y bueno yo no quiero extenderme más, voy dándole la palabra a las y los presentadores.
Luis Hernández Navarro – Pues muy buenas tardes o noches a todos, muchas gracias por esa presentación, Ramón, muchas gracias al Ceccam y a Pedro Uc por la invitación para presentar este extraordinario, Ramón le llama cuaderno de trabajo, yo no sabría cómo llamarle, sinceramente; este poemario, este libro, plaqueta, podríamos definirlo de tantas maneras, pero, en esencia, un trabajo excepcional.
Quiero comenzar esta reflexión sobre el trabajo de Pedro Uc con una cosa que es inusual, pero recordando la memoria de dos queridos compañeros que fueron los que me enseñaron la Península maya hace ya muchos años: uno, Don Pedro Casanova, un maya de una comunidad, que me abrió el mundo maya y sus fogones con los tamales cernidos etcétera, etcétera, que nada tienen que ver con la espaguetización de la que nos habla Pedro en su libro; y otro es Julio Macossay, compañero con el que recorrí Campeche, Yucatán, Quintana Roo, hasta Carrillo Puerto disque organizando en el año de 1975, pero que me abrió el mundo de la Península maya, mucho más allá de esas majestuosas pirámides, como cuando vamos como turistas podemos ver. Quiero recordarlos a ellos, estoy seguro que a ellos les encantaría este cuaderno de trabajo; estaríamos aquí comentándolo.
Miren, nunca o muy pocas veces me ha tocado comentar un libro tan difícil; nunca me ha sido tan cuesta arriba hacer una presentación de un trabajo tan rico, tan apasionante, tan hermoso y al mismo tiempo tan distinto, tan distinto a lo que usualmente se puede leer en la literatura o en los ensayos académicos. Es un trabajo de una autenticidad, de un carácter genuino, que hace difícil que en mi marco conceptual, que en mi formación pueda traducirlo en términos de presentación para que sea accesible a todo mundo; sirva esto como una invitación a leerlo, a reflexionar sobre él ¿no?.
Es un libro sobre el que, mientras lo va leyendo, se antoja volver a regresar a páginas atrás, a párrafos atrás, no por que no se comprenda, sino porque tiene una riqueza y una densidad, perdón el ejemplo, pero es como si uno estuviera leyendo la Ilíada o la Odisea o uno de esos libros clásicos que hablan del origen de los orígenes. Muy pocas veces un libro me ha tocado, como me ha tocado este trabajo de Pedro y se lo he comentado a la gente que está alrededor mío con el comentario de “pues no sé cómo le voy a hacer para presentarlo”.
Entonces, comenzaría, tratando de presentarlo, haciendo una pequeña semblanza de Pedro.
Pedro es un hombre muy modesto, no habla mucho de sí mismo, entonces, permítanme decir algunas cosas sobre él; si digo alguna barbaridad, ya me corregirá él, un poco para ubicar su obra. Comenzaría, diciendo que Pedro Uc es uno o mucho de los más importantes intelectuales indígenas de México; si, en lugar de ser un intelectual que rompió con su mundo eclesial, que ha confrontando al Estado, hubiera caminado alineadito por las instituciones oficiales, pues estaríamos escuchando hablar de Pedro Uc en todos lados: en la televisión, en la radio, en la prensa escrita, etcétera, pero Pedro es uno de esos personajes que nada a contra corriente, que sube las cuestas más pesadas con los cargamentos más pesados y entonces es un personaje al que los poderes prefieren ignorar o no hacerles caso o, por lo menos, no reconocerlos en su justa baldía.
Pedro nació, no sé si el nombre lo pronuncio de manera correcta, en la comunidad de Buctzotz, a unos 90 km del noreste de Mérida y, como nos contaba hace un momento Ana de Ita, es al mismo tiempo un poeta, un educador, un teólogo, un traductor de la biblia, un educador popular, un dirigente político campesino indígena y muchas cosas más; laureado, porque Pedro tiene tres premios de poesía y uno de narrativa, a pesar de este caminar contra corriente. Él nació en el año de 1963 en el seno de una familia campesina, maya hablante monolingüe; aprendió español, hasta que fue a la escuela primaria, y luego se siguió de lleno en sus estudios en el Seminario Presbiteriano, donde se formó como teólogo en Mérida y, de allí, viajó a San José de Costa Rica para estudiar teología y educación y, como él dice, ahí, se le cayeron las escamas de los ojos; ahí, encontró un mundo, que es el mundo que nos ha venido platicando a partir de entonces.
Es, en ese sentido, un estudiante permanente de la vida de su lengua, de tal manera que estudió también creación literaria en lengua maya; en San Cristóbal de las Casas, junto con Don Samuel Ruiz, participó en un gran proyecto tanto de teología india, como de traducción de la biblia; en ese sentido, es un traductor de la biblia maya, no sé si exagero, si miento, cuando digo que en este proceso de traducción Pedro encuentra la potencia, la filosofía, la historia que hay detrás de la lengua maya, el gran poder que tiene ese lenguaje y cada una de sus palabras.
Escribe poesía y narrativa de primera mano y, desde hace más de 35 años, cuando no sé cómo sea la forma correcta de decirlo, si es la Iglesia Presbiteriana la que rompe con él o él, que rompe con la Iglesia Presbiteriana, pero, después de ese divorcio, recorre de arriba a abajo las comunidades de la Península, de tal manera que prácticamente no hay una sola comunidad que no haya conocido y, en este conocimiento de las comunidades, pues se empapa de su historia, de sus problemas, de su vida y es capaz de contarnos, como lo hace en el libro, historias tan apasionantes, como la del día en el que llega a impartir en una comunidad un seminario sobre derechos indígenas con otros compañeros: suenan las campanas, ya no recuerdo qué eran, del tempo o si de la presidencia municipal y, de repente, Pedro y sus compañeros se encuentran con el auditorio lleno para escucharlos, con la gente, con sus papeles, con su CURP, con su credencial de elector, su acta de nacimiento, todas ordenadas y lo primero que hace la gente es preguntarles “bueno, ¿y los apoyos?” Y cuando Pedro confiesa “nosotros no venimos a dar apoyos, traemos aquí la palabra, traemos aquí los derechos”, la gente va abandonado una a una.
Y en el libro, me adelanto, Pedro nos explica cómo esta palabra apoyo, ayuda, se ha convertido en la llave para abrir las puertas del infierno de las comunidades, en la llave que se presenta como la cara bonita de eso de lo que él nos habla, del despojo del territorio; como una palabra aparentemente tan generosa, tan benigna, una palabra que tendría que estar llena en el marco de la más pura filantropía, se convierte precisamente en el instrumento del mal para dividir a las comunidades y para fragmentarlas. Entonces, en ese caminar, Pedro nos cuenta todas esas historias.
Pedro participa y queda marcado por lo que fue el movimiento de los 500 años y 1992, ese gran despertar continental de los pueblos en nuestra región y también, dos años después, por lo que fue el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional con su grito de “¡ya basta!” y en 1996 se incorpora al Congreso Nacional Indígena; es el año en el que el CNI se forma. En ese mismo año, Pedro acompaña su formación; recordemos aquel famoso 12 de octubre de 1996 en el que la comandante Ramona sale de la selva chiapaneca y llega a la Ciudad de México y encuentra un auditorio repleto de representantes y de dirigentes de pueblos indígenas en una experiencia que ha fructificado hasta nuestros días, bueno, Pedro es parte de ese proyecto desde su nacimiento, como tal.
Y Pedro, como observador privilegiado que es del sureste mexicano, pues ha ido viendo cómo hace 13 años llegaron los menonitas, como si fueran nuevos conquistadores, y en lugar de llevar, se supondría, los menonitas en algún momento fueron una minoría religiosa perseguida, acosada; en lugar de que ese carácter de minoría acosada hubiera despertado en ellos el espíritu de solidaridad y de comprensión mutuo, pues se convierten, como los nuevos colonizadores, como los nuevos conquistadores de un territorio en la Península en donde desmontan los montes; ni siquiera utilizan la leña, nos dice Pedro, ni siquiera utilizan la madera a la que le prenden fuego y comienzan a sembrar grandes extensiones de soya, para colmo transgénica, a fumigarla por medio de avionetas, matando no solamente las hierbas de las que se alimentan tantos animales, sino a algo que es clave en la economía y la vida en la región que es la apicultura, las abejas. Y toda esta lucha que hay alrededor de estos nuevos colonizadores es una lucha también en contra de las granjas de cerdos, de las grandes plantas productoras de energía eléctrica, a partir de la luz eléctrica etcétera.
Pedro nos cuenta en el libro la formación de la asamblea, siempre pronuncio mal, Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, algún día, prometo aprender a pronunciarlo adecuadamente, y de una manera muy hermosa nos narra cómo se juntan y en el petate, dice él, comienzan a poner las historias de resistencia y de explotación de cada uno de los pueblos, cómo la sacan de sus morrales y, como si fueran viejos juglares, comienzan a narrarlas y lo que nos narran son historias de horror; historias de cómo llegan, según esto, a las asambleas ejidales, los emisarios, grandes empresas a ofrecer dinero de gratis a la gente que no tiene dinero, con el simple requisito de que les firmen o les pongan las huellas sobre hojas en blanco, ofreciéndoles prosperidad y desarrollo y presentando esto como una señal de buena voluntad y cómo, finalmente, esto se convierte en un truco de prestidigitación para robarles la tierra, robarles el territorio e impulsar ahí grandes proyectos financieros, etcétera.
Decía yo, hace un momento, que es muy difícil presentar este libro porque es un libro que nace no solamente de la lengua; Pedro, una y otra vez, pone y nos explica cómo el despojo comienza por el despojo del lenguaje, primero, de las palabras en lo individual, después, de la utilización en el seno de la cocina de palabras que vienen de afuera, que sustituyen a las palabras mayas y cómo, entonces, se va perdiendo el sentido de las palabras. Digo, es muy difícil contar cómo este despojo, es un despojo que pasa por la lengua, pasa por el fogón, recordemos cómo entre los antiguos griegos el Domos, el fuego, el fogón, era el centro de la unidad doméstica y la vida giraba alrededor del fogón y Pedro, evocando esa realidad sin mencionar a los griegos, pero haciendo referencia precisamente a la realidad maya, nos cuenta cómo también el despojo ha sido un despojo de su cocina y cómo eso que algunos han llamado la McDonalización del mundo, él la bautiza como la espaguetización de la cocina maya o la chinitización de la cocina maya, o sea, cómo se convierte en una cocina de plástico, en una cocina de uso industrial, en donde toda, esa paleta de sabores, de colores, todo ese arte que hay para preparar los alimentos, se pierde.
Bueno, Pedro va más lejos y nos dice “el despojo pasa también por los sueños”, ¡imagínense! Ya me imagino a Sigmun Freud en su diván, en Austria, aplaudiendo y Pedro nos explica muy claramente la enorme importancia que los sueños tienen para los mayas. Alguna vez, Ramón me comentó largamente la importancia de los sueños entre los huixarica y otra compañera me explicaba también la importancia de los sueños, en el caso de los raramuri, y esa coincidencia que hay entre nuestros pueblos originarios y el valor de lo onírico, el valor de esas ocho horas, cuando podemos dormir ocho horas, que vivimos en nuestro interior y Pedro nos cuenta cómo, hasta hace no muchos años, las familias se reunían alrededor, me imagino que del mismo fogón o alrededor o sentados en los petates o a lo mejor en las hamacas, no me lo puedo imaginar bien, para contar los sueños y para interpretar los sueños, cómo hay sueños de admonición, cómo hay sueños que nos enseñan lo que está pasando dentro de nosotros o lo que está pasando dentro de la comunidad, ¡híjole! Estamos hablando del diván psicoanalítico llevado al terreno comunitario y enriquecido por la comunidad.
Y nos dice, nos cuenta una historia Pedro, que a mí me dejo verdaderamente helado, nos dice “los muchachos que salen a trabajar a Tulum o a Puerto Morelos, o a Cancún, que pierden su lengua, que pierden sus raíces, que regresan a su comunidad, presumiendo que hasta ingles saben hablar”, dice Pedro, que se les olvidó soñar, “ya no saben soñar”, ¡imagínense lo que es eso! Es decir, esa gente, para volverse otra, perdió lo suyo, perdió el contacto con sus raíces, con su identidad que, como él nos explica, es una identidad comunitaria.
No voy a contar toda la historia de este cuaderno, trabajo o poemario etcétera, etcétera, sólo diría que, realmente, en muchos momentos, el trabajo de Pedro es un verdadero poema; la explicación que Pedro da de cómo los tejones fueran mojados, brincan el muro de Trump, aunque sea para buscar alimentos para su familia; la forma en la que se reciben en las comunidades los elotes; la descripción que hace de la mazorca con sus barbas blancas; las distintas tonalidades de verde que describe, parece sacados de la paleta del más fino poeta de nuestro país.
¿Pedro que está haciendo ahí? Está hablando de eso que ha visto, ha vivido, a lo largo de esos 65 años, toda esa reflexión que ha hecho desde la lengua y, con una enorme generosidad, Pedro nos abre esa ventana, nos permite asomarnos a ese mundo y nos permite darnos cuenta entonces que el despojo no es solamente el robo de las tierras, no solamente el robo de los recursos naturales, no es solamente cómo la agricultura de traspatio desaparece al lado de la agricultura industrial; el despojo es también el expolio de una cultura completa, única, rica, formidable, que Pedro muestra como si fuera la más preciosa de las joyas y más preciosas, ¡muchas gracias!
Ramón Vera – Gracias Luis, la verdad es que sorprende lectura de lo que es un, pues si yo le llamó cuaderno de trabajo pero no es por minimizarlo sino porque realmente nos deja muchísimas tareas todo el tiempo como para ir desbrozando, entendiendo, acomodando, buscando, es un, ahora si que un cúmulo tan grande de cosas que tú pudiste leerlas de tantas maneras que inmediatamente me metes otra vez a buscar otras cosas nuevas que yo mismo no había visto, entonces agradezco mucho, te agradecemos mucho la lectura de este texto y ahora sí le pasamos la palabra a Magda que a lo mejor Magda misma se perdió la presentación que hice de ella hace un rato y no sé si como estaba en ese momento todo este aterrizaje de tantas horribles bots y gente troll y no se qué, simplemente diré que Magda ha sido crucial en todo lo que es esta etapa que acompaña o que está creciendo en paralelo de todo lo que ha sido el advenimiento de todo lo que ha sido el movimiento indígena en México y de ponerse en el centro, tomar la palabra y decir en voz alta todas las cosas que durante tantos años han sido tan importantes para los pueblos, que ahora bueno espero que Magda pueda decirnos su participación, entonces es crucial su palabra y agradecemos mucho que esté con nosotros.
Magdalena Gómez – Si ya lo que alcancé a escuchar de Luis señalaba que es muy difícil comentar el trabajo que nos presenta generosamente Pedro Uc, yo le agrego, además, la dificultad de que, si repito lo que señaló Luis, de antemano, pido una disculpa por alguna reiteración en mi intervención.
Primero, quiero comentarles que la lectura y relectura de este texto tan complejo, muy complejo, me hizo ubicarme en una suerte de otredad, porque Pedro está hablando desde su cultura, en su cultura, por y para ella, para ese pensamiento maya; me hizo evocar dos anécdotas que viví en conversaciones, una con Luis Villoro y otra en una conferencia que él dio, en los tiempos de San Andrés, defendiendo los acuerdos de San Andrés, y un tipo, que nunca faltan en el público los enviados de la obscuridad, diría Pedro, un tipo en un tono muy agresivo le dijo a Luis Villoro “¿y usted por qué viene a hablar de los pueblos, si no es indígena?” Y él, con mucha calma, le contestó “sí, en efecto, no soy indígena y le quiero decir, además, que estoy convencido de que nadie puede…” me quedó muy gravado y me lo recordó ahora que trataba de profundizar en todos los planteamientos de Pedro Uc y me ubicaba en el sentido de que estaba yo acercándome a un texto, no obstante que tengo alguna experiencia en contacto con esos temas, pero nunca es lo mismo que hablarlo como lo habla Pedro, desde donde lo habla Pedro, pero la segunda, siguiendo con las dificultades, la segunda cuestión que también tiene origen, ahí, sí, en una conversación con Luis Villoro, un día, en Chiapas que hacía un frío del carajo, me dijo “oye, Magda, ¿y tú y yo por qué andamos acá, si no somos indígenas?” y, antes de que yo pronunciara palabra, él se contestó, por que se contestó, “porque no queremos ser cómplices”.
Yo creo, no se me ha olvidado, no se me va a olvidar porque esa es la razón que justifica una decisión y definición de acercarnos, pero siempre con la conciencia de no suplantar. Pedro Uc es muy crítico hacia todas estas visiones academicistas de “expertos”, por ejemplo, lo cita en el caso de la lengua maya cómo, desde fuera, los mayistas ya hasta definieron una norma sin que participen las comunidades en esa recuperación supuesta de la lengua; estamos rodeados de “especialistas” que dan clases de lengua maya y hasta de la gramática y no saben maya. Yo nunca he podido descifrar cómo es que hacen tal cuestión, pero voy ya, señalando las dificultades y el posicionamiento desde el cual me acerco a este texto que, yo sugiero, es un texto para dialogarlo a profundidad con otros pueblos y con otros cómplices también.
Entonces, el hilo que yo quería plantear es darle respuesta, en primer lugar, al título del ensayo, trabajo, cuaderno, como le queramos llamar al texto de Pedro Uc. Él habla del despojo del territorio y, de entrada, nos da un recorrido por la amplitud y profundidad del concepto de territorio; sin mayor cuestión, nos lleva de la mano, en primer lugar, nos habla de las señales del despojo y también, en segundo lugar, y esto atraviesa todo el texto, es un texto que no es esencialista, que no romantiza la realidad de las comunidades mayas, que a cada paso se detiene y reconoce lo que se ha perdido, pero también va dejando señalado, toda esta visión hegemónica que se ha construido contra el pensamiento maya y la cultura y el ser de todos los pueblos indígenas no sólo en el país.
Entonces, podríamos decir, “bueno y la cocina ¿que tiene que ver con el territorio?” Pues el territorio tiene que ver con la cultura, con el pensamiento maya y ni la cocina se ha salvado de toda esta incursión de ese pensamiento externo, de ese pensamiento hasta etnocéntrico que define, desde ese lugar, qué es lo mejor para los pueblos, qué es lo que significa “superarse”, qué es lo que significa el desarrollo y en ultima instancia, como se decía hace tiempo y ahora se sigue mostrando, aunque ya no se viva así, pero se decía y ahora “¿cómo “civilizamos” a estos pueblos?” que no les decían pueblos, sino poblaciones.
Entonces, siguiendo a Pedro, se ubica en la entrada y nos dice, “aquí, lo que se ha perdido es el sentido de las palabras y el sonido de las palabras”, no es cualquier cosa, no es convertirte en un mayista y hacer un alfabeto; es que el sentido de las palabras y su sonido tienen un significado y ese sentido y ese sonido se vive en la cotidianidad de las familias, en las comunidades, alrededor del fogón, como recordaba Luis.
Una vez que ubica la lengua y que cuestiona esta externalidad, que muy bien señala, desde la ciudad, desde los espacios urbanos, se construye un elitismo al margen de las comunidades; una vez que pasa por ahí y que pasa también por la cocina y pasa por la denuncia de la folclorización, de lo que es la esencia de la cocina maya, pero también va, reconociendo en cada paso lo que se ha perdido.
Luego, nos lleva con los ritos, los ritos, las celebraciones, porque tiene un punto de partida en una línea, al inicio del texto, que dice “vamos a abordar al espíritu maya, al óol”, espero decirlo bien o no tan mal, pero este recorrido del espíritu maya lo encontramos en distintos espacios y lo encontramos tras los ritos, lo que ahora estamos llenos en estas temporadas electorales de “celebraciones” y en estas temporadas de “cuatros tés” de, como dice el propio Pedro Uc, con bastón o sin bastón, se banaliza, se reproduce, se folcloriza lo sagrado. Él, no vi que dijera lo sagrado, pero yo así hice la traducción de esa cosmovisión que nos va abriendo y mostrando Pedro Uc en su texto y, entonces, dice “ahí, están los ritos”, pero también reconoce, “los ritos, en su esencia profunda, en muchas comunidades se han perdido” y señala todos los elementos que, sí, alcancé a escuchar a Luis, reproducía y mostraba todos los elementos de lo que es el caso de la península, la experiencia en contacto con “el desarrollo”, el turismo, el ser empleado, el estar en la servidumbre, el estar en contacto con la droga, con la violencia, etcétera. Toda esa depredación y enajenación de muchas y muchos mayas, de algunas comunidades que, la pregunta que yo me hago y que seguramente Pedro y en su asamblea se hacen y se han hecho, y es “¿y se recupera?, ¿cómo hacemos para revivir esto, que él describe con esa contundencia y esa prosa tan profunda que tiene?, ¿cómo hacemos?” Porque uno está preguntándose, ahorita que está en el centro el llamado Tren Maya, y uno lee el texto y se acerca al texto de Pedro Uc y entonces uno dice “¿será la última estocada, ésta, de este impacto que tendrá el Tren Maya?”, ya no sólo en el impacto a la selva, en el impacto ambiental y señalando esto, como lo hace Pedro Uc, en una unidad entre los seres humanos y la naturaleza; en una unidad con los colores, los árboles, los pájaros, etcétera.
Esa unidad, y lo que queda de esta unidad, está hoy amenazado por ese mega proyecto, pero Pedro no deja de lado a los previos; no deja de lado a la lucha contra la soya transgénica, contra las granjas porcinas, etcétera, etcétera, o sea, va ubicando, va ubicando los rostros, los rasgos de esa depredación sí, que lleva algunas décadas en la zona y ya no se ubica en los primeros tiempos, aún cuando si habla de que en ese tren van a bajar los nuevos barbados sí, los nuevos depredadores de lo que queda del pensamiento maya en su sentido más profundo, pero también de la mano, o sea, aparte de la profundidad con la que plantea la crítica, por ejemplo, a la educación, a la educación enajenante y al rol de la televisión, al rol de la educación televisada, al rol de toda esta serie de elementos que en nombre del progreso se dice te estoy educando, nos va señalando todos y cada uno de esos estadios, pero va, haciendo la denuncia del tipo de Estado que se construyó, cuando se hablaba del Estado-Nación en la idea de que somos una sola nación, un solo pueblo y una sola supuesta cultura.
Ese tipo de Estado lo va deslizando Pedro Uc cómo, bueno, como no se ha acercado realmente a los pueblos, a sus comunidades y no sólo las mayas, sino todas ellas, como es que ha estado decidiendo lo que le conviene a los pueblos, lo que le conviene para educarlos, lo que le conviene en su lengua, en su comida, ¡vaya! En su vestimenta, pero también en su idea de progreso y de “desarrollo” y, entonces, pone la estocada, como él por allí utiliza esa expresión, coloca la estocada en un concepto que es el de los llamados apoyos; ésta política social que no es novedad, lo siento, que se enojen los de la 4T, pero no es novedad esa política, por lo menos del salinismo para acá se practicó, del Pronasol para acá se practicó el dar los llamados apoyos, antes se daba una cachucha, una despensa o etc, ahora se dan pagos, como lo dice Pedro Uc, el pago por ser adulto mayor, el pago por ser joven, el pago por sembrar cizaña, como él lo denomina, y esos pagos no compensan la pérdida, la afectación, a la vida del pueblo maya y de los pueblos en general.
Pero también toca un tema, que ahí me pisó los callos, porque ya saben ustedes que nadie es perfecto y que yo soy abogada, pues ni modo, así me tocó a mí, llegar por azares del destino, que un día les cuento, porque yo me quise ir de abogada, pero los pueblos son los que me regresaron cuando andaba yo, buscando otros caminos, bueno, esas piezas de lo que es la entrada para robarse la tierra, para engañar y manipular a las comunidades, para ocultarles el sentido de lo que estaban firmando, para mostrarles unos billetes, toda esa descripción detallada y que, además, cita la fuente, que es un acta de un ejido específico, pero también la complicidad de las autoridades en materia agraria, de la Procuraduría Agraria que se formó, supuestamente, para la defensa de los campesinos e indígenas; todo ese entramado de corrupción y de impunidad, que nos describe en las cuartillas casi finales, es realmente una estampa que golpea y que golpea duro y que dan ganas de hacer lo que el Estado quisiera que hiciéramos: el Estado quisiera que ya dejemos de plantearle amparos y derechos y que le dejemos el campo libre para seguir, haciendo lo que ha hecho hasta ahora con los pueblos y ahí es donde entra el terreno donde quedan las preguntas abiertas, la resistencia.
Nos habla también, de una manera muy fuerte, con toda una carga simbólica esta cuestión del petate, de los morrales, de la creación de la Asamblea Múuch´ Xíimbal, que a ver como lo pronuncié, esta cuestión donde llega con sus morrales y el primer morral saca toda la inserción de los menonitas y el segundo saca el engaño del parque eólico, pero ¿y el tercer morral, Pedro? Ahí, nos platicarás del tercer morral, de lo que nos espera y de lo que podemos hacer para continuar en este acompañamiento convencido y en esta complicidad decidida y decirte que este texto es realmente, es realmente un libro de texto, fíjate, que este sí que es un libro de texto, no estos que ahora quiere hacer en 15 días en la SEP. Este es un libro de texto que yo creo que hay que circularlo, que hay que platicarlo, que hay que dialogarlo mucho y, de nueva cuenta, te agradezco y pido disculpas si por ahí mi complicidad no dio para tanto como para entender la profundidad de lo que tú planteas del pensamiento maya y de esta cercanía con el espíritu que me salté ya lo de los sueños, me salté lo de los guardianes, los guardianes en los que tú sí crees y yo también creo en esos guardianes, Pedro, ¡muchas gracias!
Ramón Vera – Muchas gracias Magda, como que se va enriqueciendo todo lo que se puede decir de algo que es como, abrir el texto de Pedro, es como abrir una caja donde empiezan así a salir mariposas de mil formas y de mil colores y de mil ahora sí que familias, porque en cada una de las cosas que ustedes van diciendo se va entreverando todo lo que Pedro ubica de lo que es la deshabilitación del pueblo maya, el despojo del pueblo maya en todo su entramado de lo que es ser maya ¿no? pero él nos dirá, digamos, él nos dirá ahora desde él, yo con todo lo que ustedes han dicho sobre Pedro yo simplemente le extendería un gran abrazo a él y a Haizel por las maravillosas fotos, lo dijo Ana al principio pero lo vuelvo a repetir, las maravillosas fotos que contrapuntean de nuevo son otro tejido más de todo lo que es el territorio y la mirada desde lo maya de lo que es el territorio y yo creo que es un documento extraordinario el que tenemos en las manos y sin más, y sin ya presentarlo, quizás solo agregaría a todo lo que han dicho para presentarlo, el hecho de que Pedro además de todo ha sido un, pues yo no quiero decir dirigente ni líder ni nada de eso, sino simplemente, una persona comprometida con sutiempo, con su pueblo, con su territorio, justamente con todo lo que es esa asamblea Múuch’ Xíinbal, no sé si con esa nueva generación de personas, de hombres y mujeres jóvenes y viejos, viejas que están haciendo la diferencia porque aunque el Estado o las mismas corporaciones nunca se hayan dado cuenta o se quieran dar cuenta o quieran negar a todas las personas, hay una masa crítica de pensadores y pensadoras y activistas, es decir gente que está en los hechos defendiendo el territorio que pues va creciendo y se va fortaleciendo y se va haciendo cada vez de mucha mayor profundidad y bastedad ¿no?, para esa defensa que es muy urgente y yo creo que el texto de Pedro contribuirá a todo esto y bueno por favor Pedro, pues ahora sí que habla tú, mano.
Pedro Uc – Muchas gracias, Ramón, estoy muy agradecido de todo lo que han comentado, pues hay una generosidad enorme en el corazón de Luis, en el corazón de Magdalena, en el corazón de Ana, en el tuyo. La verdad es que estoy muy contento por esta complicidad de ustedes; también debo reconocer y confesar que mucho de lo que hemos podido lograr aquí, en la Península, pues ha sido también el resultado de esa complicidad de ustedes y nuestro caminar no hubiera avanzado sin el brazo de cada uno, sin el corazón de cada una y pues parte de este trabajo es motivación de Ana de Ita, le agradezco mucho porque este trabajo no hubiera salido, no se hubiera conocido si ella no hubiera ofrecido la oportunidad de hacerlo de esta manera; y agradecerle al Ceccam esta posibilidad.
Nosotros, como pueblo maya, fuimos tratando de hacer contracciones con nuestro dolor frente a la avalancha de proyectos grandes, chicos, medianos, que venían aquí, en la Península de Yucatán, pues con el tema del desarrollo y con ese discurso de que es un bien para nosotros los pueblos indígenas; en un recorrido que hicimos con Gloria Muñoz, ojalá nos esté escuchando también por ahí, que también le agradezco mucho, ella comentaba en forma de pregunta en ese recorrido, me decía, “Pedro, ¿qué es lo que ustedes como mayas están perdiendo aquí con la llegada del Tren, con la llegada de estos megaproyectos? Y en una plática, así como informal con ella, en todo ese recorrido que hicimos con el apoyo también de Marta Flores, que también le agradezco mucho, pues hicimos un recorrido en toda la Península hasta Tabasco, tratando de ubicar el rumbo del Tren y los daños que esto estaría ocasionando en diferentes sentidos.
Entonces, esta plática me hizo pensar en una relación de impactos y que esos impactos, muchos de ellos no se ven de buenas a primeras porque el conocimiento dominante o, como dicen los especialistas, la epistemología dominante es la occidental, entonces, lo que se mira y se cuenta es cómo la universidad forma a los biólogos o a los especialistas. Por ejemplo, le preguntan “¿cuántos árboles cortaron?, ¿cuántas plantas medicinales se perdieron?” y no es que esté mal, pero cuando comparamos esta lista con la mirada maya, pues nosotros vemos que no es, no se trata solamente de la pérdida de 5 o 10 árboles o de 100 árboles; no se trata de la cantidad de árboles que se pierden, aquí, hay muchas cosas que no solamente se pierden, sino se pierden para siempre y eso es justamente el riesgo.
Y eso, que se pierde para siempre, es la base de nuestro ser como pueblo maya, es el fundamento, es el origen de nuestro ser como pueblo maya, entonces, no es que se estén perdiendo 100 ó 200 árboles, aquí, lo que se está perdiendo es una manera de sentir, es una manera de mirar, es una manera de creer, es una manera de celebrar, es una manera de convivir, es una manera de respetar y es una manera de formar; en fin, eso, en el manifiesto de impacto ambiental que hacen estos especialistas, no aparece, y decimos “bueno, ¿en qué universidad estudiaron estos, que no reconocen estas cosas?” Y, claro, yo le hacía la broma a unos especialistas que me invitaron a dar una charla, que son de Harvard y del Colegio de México, y todos decían “pues yo vengo de esta universidad” y un poco yo apenado les decía “yo también vengo de una universidad que se llama la milpa y pues de ahí aprendí” y eso es cierto porque yo crecí en la milpa, soy hijo de campesinos y pues aprendí a hacer todo el trabajo de la milpa. El conocimiento que yo tengo es un conocimiento, por mucho, experimental.
Entonces, a partir de ese conocimiento que tengo, las cuestiones que yo traduzco en sonido, en palabras, son sentimientos que mucha gente que creció en la ciudad no tiene y no lo culpo, no lo critico porque no le tocó vivir lo que a mí me tocó vivir. Yo crecí, yo nací alrededor de un cenote. Alguien me preguntó hoy en la mañana, “oye, ¿por qué hablas mucho de los cenotes?” Porque yo nací alrededor de un cenote, donde mi papá hacía milpa y donde vivíamos, entonces, hay la tradición entre los mayas de que el ombligo del niño que acaba de nacer lo tienen que llevar en el monte alto, en el más alto, junto a un cenote y ponerlo; seguramente mi ombligo ahí está, alrededor de ese cenote, y bueno, no puedo no hablar de ese cenote, no puedo no pensar, no puedo no sentir ese cenote y luego, cuando mis abuelos me dicen que la cuenca del cenote es como la cuenca de nuestros ojos porque es allí donde nos vemos, donde nos reflejamos, donde nos miramos, pero no sólo nosotros; es donde miramos también a todos los que han pasado allí, que son nuestros abuelos, nuestros hermanos.
Entonces, cuando pensamos en esto, que es una cadenita sin fin, lo que occidente diría “una filosofía”, es una cosa que no tiene fin y que es lo que está en riesgo con estos megaproyectos; no estamos hablando de cualquier cosa, estamos hablando de otra forma de vida, de otra forma de mirar, de otra forma de oír, otra forma de hacer acuerdos. Lo que amablemente Luis estaba comentando sobre los petates lo hemos comentado en muchos talleres, en las comunidades, y esto es interesante en el sentido de que el acuerdo formal que se hace por las familias, sobre un petate, es la firma de verdad, es el contrato, es lo que llamarían hoy la firma de un ¿cómo le llaman a estos abogados que dan fe? Un fedatario, pues es eso.
Entonces, hoy, se aprovechan de nosotros los empresarios, cuando vienen y nos dicen “firma aquí” pues nosotros, la verdad, es que la firma no tiene mucho valor y no entendemos el valor que tiene para ellos y vamos firmando; justamente el viernes pasado, que estuvimos en una comunidad que se llama San Antonio Chun, pues decía la gente “pues nos pasaron en nuestras casas a firmar unos papeles y nos dijeron que es un apoyo que manda el gobierno por el confinamiento por el Covid, que son dos mil pesos, y firmamos”, y les preguntamos “¿y leyeron qué dice el documento?” y nos dicen, “no, no tenía nada escrito, son hojas en blanco”, ahora, nos dijeron que ya son contratos de usufructo de 500 hectáreas de nuestro territorio y que nos van a dar tres mil pesos más y ya está, o sea, de ese tamaño está el modo del despojo, la metodología del despojo y anoche, nuestra reunión de todos los martes con la Asamblea, decíamos “creo que necesitamos hacer un documento que también Gloria nos ha sugerido, que se llama El manual del despojo”, ponerlo así, punto por punto, para compartirlo con la gente y decirle a la gente “pues es el modo en que vienen las empresas y nos dicen esto”.
Entonces, es muy triste cómo nos han cambiado el lenguaje, nos han cambiado los modos, nos han cambiado las miradas, nos han cambiado las emociones y por eso un poco también la cuestión de la comida: nos han cambiado también la comida, nos han cambiado la mesa, nos han cambiado los banquillos, nos han cambiado nuestros graneros; también eso, hoy, frente a los transgénicos, ya no se necesitan graneros porque en un mes el maíz ya se pudrió , entonces, ya no hacen falta los graneros.
En fin, nos han metido en una dinámica en la que estamos perdiendo la cultura, ¿qué sigue entonces después de esto?, ¡ah! Vienen los polos de desarrollo, que van a hacer una cadena de fábricas para convertirnos en mano de obra barata, en la precarización, en ser pues los obreros que necesitan los industriales y ya no vamos a poder sembrar nuestros propios alimentos, no vamos a poder producir nuestros propios alimentos.
Y esto de no producir los alimentos es grave para nosotros porque nos convierte, otra vez, en esclavos porque, de alguna manera, los que vivimos aquí, por ejemplo, aquí en el pueblo y trabajamos la tierra, pues vivimos en libertad en el sentido de que en la comida la tenemos porque está la tierra que se siembra; a lo mejor es frijolito a lo mejor son ibes, a lo mejor es espelón, a lo mejor es tomatito con cebolla, pero está la tortilla, con eso comemos y comemos bien. Esto, ¿qué significa? Esto significa que no va a venir un capataz a ponerte un horario y decirte “bueno, te vas a levantar a las 5 de la mañana y a las 6 de la tarde vas a dejar de trabajar”, no, es más, creo que se molestan porque lo digo, porque algunos ponen, de repente, una cara medio rara porque les digo “si, de repente, no queremos trabajar, pues no vamos a trabajar, nos quedamos acostados y nadie nos puede regañar; descansamos ese día, comemos bien y bueno, igual si queremos dejar nuestro trabajo al medio día lo dejamos, igual si queremos seguir trabajando de noche, seguimos trabajando”, es decir, esa educación que a mí me dieron por mi padre, él vivió una situación muy lamentable, de mucha pobreza y luchó mucho para independizarse del patrón y la educación que nos dio a sus 5 hijos, somos 5 hermanos; yo soy el último de los 5 hermanos, él nos dijo “hijos, les voy a pedir el favor que me regalen algo en la vida: regálenme, por favor, su libertad, no quiero que sean esclavos de un patrón, aprendan ustedes a trabajar la tierra y si aprenden a trabajar esta tierra, nadie puede venir a disponer con tu vida porque tú produces tus propios alimentos” y en torno a ese cenote, que él escogió para trabajar, ahí crecimos y cuando queremos comer carne nos vamos a la orilla del cenote matamos cuatro pájaros y hacemos una sopa y tenemos una rica sopa de chachalacas para comer o un pavo de monte o un tepezcuintle o un jabalí o a veces un venado; en fin, teníamos buena comida para vivir y, además, carne que no es carne mala, no es carne transgénica, no es carne de los cerdos estos que se crían en las granjas.
Entonces, volviendo a esa pregunta, ¿qué es lo que estamos perdiendo? Me hizo pensar en el momento en el que me senté a escribir este texto, dije “pues lo que se está perdiendo es esto” y ya comencé a poner las primeras líneas, las líneas fueron creciendo, creciendo, hasta que decidí cortarle para hablar un poco sobre cómo nos formamos en la asamblea, a partir de la agresividad de este despojo, de este extractivismo porque no podemos decir que no es agresivo; es agresivo, es un despojo, dicen que la palabra extractivismo significa quitar con violencia, entonces, sí, es cierto, es así como está pasando aquí en Yucatán: nos están despojando con violencia y esto fue el dolor de 25 comunidades que le dieron origen a la asamblea con quienes nos reunimos y, también un poco para compartir con los demás, es esta forma, este ser, esta intimidad que tiene la cultura maya y que algunos estudiosos han dicho que no es cierto; alguna especialista dijo una vez, “si, yo he vivido 20 años en la península y no es cierto que hay cuestiones mayas, eso ya se acabó, todos quieren el Tren y esos de Múuch’ Xíinbal son 20 personas”, entonces, un poco para mostrarles que no es tan así, pero que sabemos que muchas veces se toman esa libertad de hablar por nosotros y de no querer escucharnos; sin embargo, dije “pues por aquí va una pequeña lista de las cosas que hemos perdido y que hay otras que están y que no queremos perder, que lo queremos cuidar, que pues no nos queda de otra, no, no vamos a consentir nuestra muerte, no, no vamos a decirle sí”, porque un representante de Fonatur me dijo “Pedro, quieras o no quieras el Tren se va a hacer, ¿por qué mejor no te subes al Tren si de por sí se va a hacer?”, pues, le digo “porque nosotros no vamos a consentir nuestra muerte, ningún animal se rinde frente a su depredador; nosotros hemos aprendido a ser así y si nos van a matar que sea contra nuestra voluntad, no en nuestro nombre”.
Entonces, conté toda esa lista de cosas que se van perdiendo y que están amenazadas, lo poco que nos queda o mucho que nos queda, que están amenazados por esta lista de megaproyectos y me puse a contar un poco lo que pasó en la asamblea, de cómo nos formamos, y son 25 compañeros que pasaron a explicar sus problemas; apenas me dio tiempo allá en el texto de hablar de dos, que es lo que Magdalena amablemente nos decía, pero nos falta contar 23 morrales que también se abrieron y pusieron sobre el petate sus palabras para escuchar y que, finalmente, después de escuchar y de llorar, porque eso sí pasó, acordamos ser una asamblea y de llamarnos defensores del territorio maya Múuch’ Xíinbal, que significa caminamos juntos, entonces, en esta Asamblea pusimos algunos principios que nos gustan mucho y que hoy estamos contentos de tenerlos: un primer principio de quienes conformamos la Asamblea, es que la tierra maya no se vende ni se renta; eso es algo que está clarito entre nosotros. Quien quiere ser parte de esta asamblea tiene que saber esto, tiene que cuidar su tierra y tiene que ayudar a los demás a cuidar su tierra, ni la vamos a vender, ni la vamos a rentar, ni la vamos a dar en usufructo; la tierra es del pueblo maya, es de la nación maya, de la Península, es del territorio maya peninsular.
Otro principio que pusimos es que no vamos a hacer ningún acuerdo con los partidos políticos, con ninguno, así fueran güeras o morenas o como sean o rubias; no vamos a hacer ningún acuerdo con ellas, con ellos. Todos aquellos que quieran formar parte de la Asamblea, deben tener esta claridad: no hacemos acuerdos con los partidos políticos, ni con los grupos religiosos, nosotros somos comunidades mayas y, como comunidades mayas, vamos a organizarnos en torno a un objetivo, a cuidar nuestra tierra, a proteger nuestro territorio, a hablar nuestra lengua, a seguir viviendo nuestras celebraciones agrícolas en nuestra comunidad, en nuestro pueblo.
Esto es lo que cada uno de nosotros fue compartiendo en la Asamblea y bajo esa consigna hemos ido trabajando y también hay gente de buen corazón que nos han acompañado. Reconozco que hay muchos hombres y muchas mujeres no mayas, pero que tienen un corazón maya que nos han compartido y que gracias a ellas gracias, a ellos, hemos podido avanzar muchas cosas.
Aquí, creo que lo más importante es encontrarnos y encontrarnos en esta complicidad que decía Magdalena y esta complicidad es la que nos ha permitido sobrevivir, es la que nos ha permitido mantener limpias y puras las aguas de nuestros cenotes, de nuestras lagunas y también nuestro pensamiento y nuestro corazón, ¡muchas gracias!
Ramón Vera – Muchísimas gracias Pedro, magnífica tu presentación, tu vastedad, toda la generosidad como ya han dicho todas mis compañeras, mis compañeros, que tienes para el pueblo maya a fin de cuentas, para la visión de los pueblos en México en general, yo creo que si hay alguien en tu texto, en tus palabras, en tu pensamiento en toda la manera poética de plantearlo, una vastedad, un nivel de sugerencia que sí nos permite decir que es muy importante decir que los pueblos dialoguen con ese texto, dialoguen con tu pensamiento y que eso va fortalecer muchísimo todo lo que es el pensamiento de los pueblos y por supuesto las acciones transformadoras de estas comunidades, de estos pueblos ¿no?, entonces pasamos a las preguntas.
Francisco López Bárcenas – Me llamó mucho la atención sobre el petate pero no me queda claro si es metáfora o practica común, mi duda viene de que entre los ñu savi mixtecos, el petate es símbolo de territorio y de poder y si fuera una práctica estaríamos diciendo que hay muchos rasgos culturales compartidos entre pueblos aparentemente muy diferentes, y entre los ñu savi los sueños son una forma de aprendizaje profundo ¿te refieres a eso cuando dices que nos roban hasta los sueños?
Pedro Uc – El tema del petate es un tema histórico, que se practicó hasta la Colonia, casi a los finales de la Hacienda henequenera, todavía era práctica en la península de Yucatán, mi bisabuelo todavía le tocó hacer acuerdos sobre petate y, lamentablemente, es de las cosas que ya se perdieron y hoy en este texto, jugando un poco con la historia, pero en un sentido metafórico, pero ahí está, en la historia, y es parte de la comunidad maya.
Sí, es una referencia importante para nosotros; hay una fuerza muy grande en la figura del petate. Inclusive tenemos una historia, eso que llaman fábulas o cuentos desde lo occidental, de un tal J Wáay Póop, que significa pájaro de petate, que es el sanador del pueblo, es el que sabe curar con todos los elementos, con la hierba, con la tierra, con el agua, con los frutos, toda enfermedad y es el que abastece al pueblo en tiempos de hambre. Es una historia muy importante porque se compartió, inclusive, con el pensamiento náhuatl porque en el sur de Yucatán se conoce como J Wáay Koot, que es un término náhuatl que al parecer significa águila.
Entonces, es un tema de historia, pero juego un poco con ello en el sentido metafórico.
Lo de los sueños también es una práctica histórica, familiar, comunitaria: cuando se hacen los ritos agrícolas, principalmente el Ch’a’acháak, que es el rito más largo, que tarda tres días, durante las 24 horas del día el Aj Meen o el sacerdote maya tiene momentos en los que reúne a todos los participantes de la celebración y les explica el término de los sueños y se practica la interpretación de los sueños y se comparten los sueños, es decir, antes de ir a dormir se prepara emocionalmente a la persona para soñar y para pedir la luz de lo que antropológicamente se llamarían dioses, no voy a entrar en ese tema, pero, para que se entienda, esa es la cuestión con los sueños.
Entonces, cuando empezamos el proceso de teología india con Don Samuel, en 1992 y que luego lo alargamos hasta aquí, en la Península de Yucatán, hacíamos los encuentros, una vez al año, en el mes de noviembre, toda una semana, entre compañeras y compañeros de Tabasco, de Chiapas, de Veracruz y de la Península de Yucatán y en uno de estos días, entre la semana, nos preparábamos para soñar y, al día siguiente, en la Asamblea contamos nuestros sueños e interpretamos nuestros sueños y buscamos los caminos para mejorar nuestro tejido de vida.
Esto nos ayudó mucho a recuperar nuestro pensamiento, a recuperar nuestro corazón, a recuperar nuestras formas de convivir. En realidad, estos sueños son terapéuticos porque nos ayudan a reconciliarnos, a reconocer nuestros errores, esto sirve mucho para recuperar la vida comunitaria. Es así como se vivía aquí, en Yucatán, y en ese proceso de teología india comenzamos, de nuevo, a ponerlo en práctica.
Ramón Vera – Pues muchísimas gracias a todas y todos de verdad es muy sorprendente lo que estamos viendo, creo que estamos en una especie de parteaguas, yo me atrevo a decirlo, se ha ido caminando durante tanto tiempo en un advenimiento de los pueblos y ahora que estamos en un momento en donde ese advenimiento está logrando aflorar como una mirada común que está ahí, y que nosotros desde fuera no habíamos visto y que está empezando a tener como huecos los pueblos para ir diciendo más y más y de pronto esa presencia se está volviendo omnipresente y está contradiciendo directamente toda esa mirada que desde el poder y desde las corporaciones y desde la gente que quiere dar los territorios, están queriendo imponer una mirada despreciativa y curiosamente al revés de todo a contrapelo de todo los pueblos, están empezando a expresar una serie de verdades profundas, de verdades fundamentales que no va ser fácil de erradicar, al contrario van creciendo y van floreciendo, así que muchas gracias a todas y todos y aquí lo damos por terminado. Gracias que les vaya muy bien, cuídense mucho y aquí seguimos, gracias.
Fotografías: Haizel de la Cruz
Vídeo: Presentación del ensayo " Resistencia del Territorio Maya frente al Despojo".
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