TERRITORIO E IDENTIDAD MAYA
Por Pedro Uc
La identidad para nosotros los mayas es una cuestión sumamente importante. Quizás en maya no existe como tal el término identidad, pero existe en maya una palabra que es chi’i’ibal, que significa la familia que nos une, la familia no por la sangre necesariamente, sino la familia como forma de vida en el pueblo, entonces va más allá de lo que a lo mejor se puede entender por identidad. El chi’i’ibal no puede entenderse sin un espacio, no puede entenderse sin los elementos que conforman la vida, no se entiende sin los animales, sin los árboles, sin los bejucos, sin los pájaros, no se puede entender sin los modos de producción, sobre todo la milpa. Este chi’i’ibal no se puede entender sin estos elementos. Entonces ¿qué es lo qué hace maya a un maya? Lo que dicen que es el chi’i’ibal tiene, decimos en maya, un k’i’inam, un dolor, tal vez en castellano le pueden decir profundidad, no sé, tiene una carga que consiste justamente en ver la vida conectada con todo. Esta conexión con todo implica respetar, mantener ese todo. Es una forma de ver, de entender la vida que tenemos los pueblos. Por eso nos parece extraño que nos juzguen con mentalidad occidental —que consiste en que todo hay que separar, en que todo hay que amurallar y dividir, donde todo tiene que permanecer como propiedad de alguien; así nos sentimos raros. Cuando nosotros pusimos un amparo contra ese famoso Acuerdo de Sustentabilidad de la Península de Yucatán, el ASPY, sustentabilidad era una palabra rara para nosotros. Y el juez nos dijo algo interesante a mí y a otro compañero que somos los del amparo: ustedes tiene que demostrar que tienen interés jurídico, interés legítimo.
Y nosotros dijimos: y qué chingados es eso, y nos respondió: ¿ese acuerdo los está perjudicando en sus casas?, ¿ustedes tienen un terreno, viven en un terreno, les está perjudicando en sus terrenos? Pues no, dijimos. Entonces si no les está perjudicando en su terreno, entonces no tienen uno de los dos intereses. ¿Y el otro?, dijimos. Bueno, ustedes nos tienen que demostrar que son indios, así como dicen, que son mayas.
Nosotros hemos leído la Constitución, le dijimos, que dice en el artículo dos que es suficiente que nos reconozcamos como indígenas, si somos hablantes de la lengua maya. Y bueno, usted más que nadie debe saber qué dice la Constitución. Sí, pero yo trabajo con papeles y si me traes un papel que esté firmado por alguna autoridad que diga que ustedes son indios, entonces yo lo puedo validar, entonces ya tendrían su interés, único, legítimo, y a lo mejor corre el amparo. Esto es lo que dijo.
Duele porque eso es una violación a nuestra forma de ver nuestra vida como mayas.
Nosotros le dijimos: mira, señor, nosotros entendemos la vida como nuestro cuerpo, a lo mejor a mí esta uña no me sirve mucho, pero esta uña no estoy dispuesto a quitarla, pues esta uña tiene una función. Entonces cuando me dices que si mi cuerpo tiene un interés legítimo, un interés jurídico, no entiendo, porque en esta otra mano tengo un dolor, pues yo me imagino que este dolor que siento aquí tiene que ver con este otro. Nosotros los mayas entendemos la Península como un cuerpo, como un territorio, y si usted no lo entiende así yo no tengo la culpa. Creo que la responsabilidad es de usted y me parece que los jueces deben estar enterados de que la Constitución dice que somos un país pluriétnico, pluricultural. Y me dice, sí, está muy bonito el discurso pero yo necesito papeles.
Entonces fuimos al Indemaya, una institución allá en Yucatán que para el desarrollo de la cultura maya en la Península. Fuimos y les dijimos si nos podían dar un papel en donde dijera que somos mayas. Y contestaron: pues nosotros no damos eso, les podemos dar una constancia donde diga que hablan maya. No, pues los gringos también hablan maya, nuestros enemigos también, dijimos. En fin, nos pusieron estos dos problemas y creemos que es un juicio que se hace, desde las formas de pensar occidental aplicadas a una forma distinta de mirar al pueblo maya.
Así pasa también con los argumentos que están desgranados en las instancias que hoy hablan sobre el tren. Dicen: estamos hablando con las comunidades que van a ser afectadas, por donde van a pasar los rieles; si una comunidad no está afectada por los rieles no tiene derecho a impugnar; si una de mis manos la vuelan, la otra no tiene derecho a impugnar. Porque no ven la Península como un cuerpo. Y nosotros decimos: pues cómo no. Y lo sentimos como una violación, a nuestra cultura. Además siempre nos acusan de que somos medio tontos porque no sabemos interpretar la ley. Nosotros decimos, así la entendemos, no sé cómo ellos no la pueden entender así, o no pueden o no quieren entender. Qué está detrás de todo esto. Si finalmente es un destino ya decidido y sólo tienen que buscar justificaciones para hacerlo.
Todo esto es para explicar la identidad, que no la podemos desligar del territorio, es imposible.
En el territorio está toda la vida que nosotros creamos. Es una vida incomprendida a pesar de lo estudiada que está por muchos especialistas. Y por desgracia ahí están las barbaridades que dicen los especialistas, son las que quedan en la historia y no nos consultan a nosotros, y sobre esas barbaridades construyen otras.
No se acercan a los pueblos para ver qué es lo que realmente creen y piensan y viven. Una vez vino un antropólogo y me dijo; ¿tú sabes que es peligroso hablar sobre la identidad?, eso de la identidad es una cuestión conflictiva. Y le digo, es que tal vez no has ido a la Península a hablar con los mayas y que te digan qué entienden, a lo mejor tú estás pensando en la identidad como un termino occidental fabricado desde allá. Nosotros usamos el término de identidad como algo más o menos cercano a lo que nosotros en maya decimos ch’i’ibal y para que tú puedas entender lo que estoy diciendo, necesitas saber qué es lo que realmente queremos decir y si no pues no se entiende.
Esta relación identidad y territorio nos construye una vida: es cómo encontramos nuestros saberes, qué tiene que ver con nuestra propia vida. Yo nací en una familia monolingüe. Mis papás son mayas y yo lo que aprendí a hablar es maya; medio hablo el español, pero en realidad yo hablo maya. Entonces lo que mi papá me decía, que creo es un buen consejo, me decía: hijo, tenemos que ir a la milpa porque necesitas (o necesitamos) aprender a crear nuestra propia comida, si logramos producir lo que comemos evitamos la esclavitud.
Y pues íbamos a la milpa, pero además decía: la milpa es el corazón de la montaña; la milpa también es selva, porque la milpa que hoy no tiene árboles grandes, en diez años ya los tiene otra vez, y así vamos dando vueltas con ese círculo y no necesitas sembrar arbolitos para reforestar, sólo déjalos descansar, dales sus tiempo y su espacio, que así sí se siembra la vida y no el engaño.
Íbamos a la milpa y aprendíamos muchas cosas. En castellano podríamos decir que la milpa es una escuela, porque aprendemos el nombre de las flores, a distinguir los colores, la selva es verde pero tiene sus tonos. Es un arcoíris la selva.
Caminando entre las hierbas, mi padre me decía: mira bien esta hierba, se llama tal, ya la reconociste, sí, ve sus forma, pues esto es medicinal, esto te cura la tos, esto te cura la hinchazón de garganta.
Aprendemos a distinguir las hierbas que nos curan y decimos: pues esta hierba hay que cuidarla. Seguimos en la milpa y encontramos serpientes, y me decía mi papá: una cosa importante tienes que aprender. Las serpientes que no son venenosas cuando te ven huyen, las serpientes que son venenosas no huyen, pero tampoco atacan. Están ahí, no las molestes. Si por descuido la pisas, pues entonces sí te va a morder, pero aquí está la hierba que se llama igual que la serpiente que es k’óok’ob y esta hierba rapidito la machacas, la pones ahí, le exprimes poquito el caldo y te la tomas y se acabó. Aprendemos muchas cosas en la milpa y cuando uno crece y se hace adolecente y joven, nace una cosa que en castellano le podemos llamar el cariño por ese espacio; obviamente alguien que creció en la ciudad y desde muy pequeño creció en una casa donde no hay árboles y que se abastecía de su comida en los supermercados, no va sentir el amor que nosotros sentimos por ese espacio, no lo entendería, porque para nosotros no es sólo cuestión de entenderlo, es también lo que sentimos.
El problema es que muchas veces no nos respetan. Entramos en una discusión difícil cuando vienen los megaproyectos justificados muy bien desde esa visión occidental, con argumentos muy bien estudiados desde las universidades: cómo justificar la destrucción de la tierra, la deforestación. Le ponen nombres bonitos, le ponen sustentabilidad: deforestar 500 hectáreas de tierra es sustentabilidad, es desarrollo, es sacar al pueblo indio de la marginación, es hacerle justicia al sureste que está abandonado.
Entonces traen maquinarias y se chingan los árboles. Ellos dicen que es mucho más productivo un aerogenerador de 180 metros de alto y 60 metros de aspas. Traen sus máquinas, arrasan y les vale un comino, si este árbol produce miel, si este árbol produce comida. Tenemos en Yucatán un árbol que en español le dicen bonete pero en maya le decimos K’úumche’, que es comida y bebida, y si de repente no tenemos tortilla con eso comemos, pero la maquinaria que meten a destruirlo no sabe eso, ni siente.
Menos el que ordena destruir esto: tampoco siente. Siembran aerogeneradores que no les van a servir a la gente porque no son para el pueblo, sino para Cinépolis y otras empresas y ahora para el tren y sus polos de desarrollo. Uno de los representantes de la empresa me dijo una vez, un francés, un tipo que habla no se cuantos idiomas interesantes, y cuando empieza, a la asamblea le habla como en español, luego como en francés y luego como en chino. Quién sabe finalmente qué habla y se pone muy nervioso y dice: imagínense ustedes, nunca han visto un paisaje tan bonito de mil aerogeneradores o una plancha de espejos. (No estoy hablando del siglo XVI, estoy hablando de este tiempo de ahora.)
Así es como lo ven ellos y así es como nos lo quieren hacer creer. Y claro, en esta deforestación que viene y que nos da pena y dolor, muchas veces argumentan que es una propiedad privada, que es de fulano de tal y nos dicen: nosotros no estamos afectando la propiedad de la comunidad, y así hablando y haciendo los contratos con los “dueños” de estas tierras.
Pues sí, pero la Península es territorio maya, es nuestro cuerpo como pueblo, podrá tener un documento en donde diga que es dueño, pero toda la Península es cuerpo maya, es de la Península de Yucatán y todos nosotros nos dolemos por eso, los que hemos crecido ahí y hemos crecido como comunidad maya, como pueblo maya pues no podemos sentirnos ajenos a eso, y por eso en la Red de Defensores del Territorio Múuch ́ Xíinbal no podemos, no queremos vender la tierra. Hay una relación histórica con este lugar, con esta península, tiene que ver con lo que nos cuentan nuestros abuelos, ellos nos han dicho: tienes esta tierra con la que has vivido. Nos ha costado dolor y tristeza y hay que cuidarla. Y recuerden que si no hay tierra para cultivar, si no hay tierra para sembrar, no va a haber comida.
Una vez me invitaron a leer poesía maya (que es lo que escribo) a una escuela primaria y fui, y le pregunto a los ni ños allá en la ciudad de Mérida, no en un pueblo, sino de la ciudad, les pregunto de dónde viene el tomate y uno de ellos levanta la mano y me dice: del supermercado.
Y es lo que conoce, tiene razón, él no conoce otra cosa, y entonces aquí viene el argumento, y cómo vamos a soste ner el supermercado, si no hay energía, si no hay corriente, y cómo vamos a sostener el supermercado si no hay tren que lleve las cargas, y cómo vamos a comer carne si no hay granjas de 50 mil cerdos.
La integralidad de los megaproyectos que nos despojan de nuestros territorios tiene una cosa en común: quitarnos la tierra. Pero además la destruye, porque una cosa es el arrebato y otra cosa es la destrucción, la fumigación que no está permitida en Yucatán, se supone, con avionetas. Los empresarios, la prohibición se la pasan por un arco del triunfo, con avionetas hacen las fumigaciones, nadie de la autoridad lo ve. Y cuando le decimos a la Semarnat y no sólo con las autoridades anteriores sino a las actuales, nos dicen: ¿deveras pasa eso? Así nos contestan.
Éste es el problema que tenemos. Hay una historia que nos cuentan nuestros abuelos y esa historia también es parte nuestra. Algunos que se dicen marxistas y que reproducen un discurso trasnochado que creo que Marx se espantaría si los escuchara, vienen y nos dicen: ¿por qué los mayas no se levantan?, porque son pacíficos.
Yo les digo: entonces ustedes ¿por qué no se levantan?, avísenos, chance y nos ayudemos. Pero tal vez no saben la historia de un personaje que se llamó Jacinto Canek, estaría bueno que lo sepan, les decía, tal vez han escuchado hablar de un tal Can’ek, que no es Canek sino Can’ek, que es diferente, que además tenía muchos nombre de lucha. Porque su nombre era Jacinto Uc, ése es su nombre y luego se puso de los Santos, porque la colonia había pegado duro y decir Santo era alguien que había que venerarlo. Entonces se puso Jacinto Uc de los Santos como nombre de lucha, y entonces había una lucha allá, no eran los aerogeneradores, pero eran las mismas balas de hoy. Y luego en 1847, vino otro gran conflicto, una gran conflagración en la Península, que se conoce como la Guerra de Castas, con personajes como Cecilio Chi, Manuel Antonio Ai, como Bonifacio Novelo, como Venancio Pech y otros.
Nuestros abuelos se levantaron a pelear y sufrieron igual, no una derrota declarada, pero sufrieron una persecución que hasta el día de hoy no ha cesado.
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Fragmento de la intervención de Pedro Uc en el Taller en Defensa de los Territorios, el 13 de febrero de 2020.
Ojarasca # 275, marzo 2020. 4-5 p
Pedro Uc
Nos acusan de estar contra el desarrollo, pero no es cierto. Lo que ocurre es que nos ignoran y suponen que los indios somos pendejos. Pero se agandallan por varias razones. Primero porque cuentan con información que nosotros no tenemos. Porque cuentan con el apoyo político y tienen dinero y con eso vienen y aventajan. Si esto no es conquista y colonia, qué chingados es.
Pero entonces decimos: esto ya no va a pasar. En los últimos años han llegado varios megaproyectos que tienen en común dos rasgos importantes: el primero es arrebatarnos el territorio. Un segundo rasgo es no respetar nuestra visión y no tomarnos en cuenta.
Están instalando granjas porcícolas y cada una cría 50 mil cerdos. Los deshechos están dirigidos a los cenotes; pero los cenotes son los lugares donde nosotros nos abastecemos de agua y nuestros animales también. Ahora resulta que hasta los venados caca de cochino toman. Les hemos reclamado y nos dicen: no, sí hay un estudio de impacto ambiental. Así. Y según ustedes para qué sirve, les decimos. Son estudios que se hacen para cuidar el medio ambiente. Pues qué raro cuidan ustedes el medio ambiente, les contestamos. Nosotros no lo cuidamos así.
En la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, la asamblea de la que yo soy integrante, hemos recorrido varias regiones con amigos y amigas de la academia, que están en un colectivo que se llama Articulación Yucatán. Y les hemos preguntado: ¿nos pueden explicar qué son los estudios de impacto ambiental? Y han hecho un trabajo muy interesante y con ellos le hemos hecho observaciones a esos estudios y resulta que están muy mal hechos.
Y protestamos: por qué están mal hechos, ¿no se supone que quien los hace es especialista? Uno de los estudios de impacto ambiental decía que efectivamente encontraron nidos de pájaros en una zona, pero decidieron tomar los nidos de pájaro y sacarlos de esa zona para que el pájaro no se viera afectado. Los que crecimos en el monte y que no fuimos a la universidad y que no somos biólogos, sabemos que en el momento que pones la mano en el nido o tocas el pájaro, el pájaro no regresa.
A quién chingados quieren engañar. Y la Semarnat, porque ellos lo palomean, curiosamente nos dijeron de este estudio de impacto ambiental: lo que pasa es que hay un protocolo y es válido cambiar el nido de los pájaros a otro lugar. Así se la juegan. Entonces descubrimos también que quien paga estos estudios es la empresa. La empresa paga su estudio a un especialista, este especialista paga su estudio a otras personas, pasan por algunos filtros y después el último eslabón lo palomea la Semarnat.
Y nos dicen: ustedes indios no están de acuerdo con nada, les gusta vivir abandonados, vivir en la marginación, nosotros queremos hacerles un favor, queremos desarrollar el sureste que hace mucho tiempo está abandonado. Por eso ya metimos chiqueros, ya les metimos parques eólicos, turismo verde, transgénicos. Para que les duela un poco más les metemos un tren.
Ninguna comunidad en Yucatán solicitó un tren. Cuando escuchamos el discurso de “vamos a favorecer el desarrollo en el sureste”, nosotros pensábamos que estaban hablando de mejorar la salud, de mejorar la vivienda y la educación.
Y constatamos varios impactos en nuestra vida que nos duelen, como la devastación de la selva mediana, la selva alta. Está el caso de lo que hacen los menonitas en Quintana Roo: es una cosa espantosa. Desmontan árboles que tienen unos 200 años, pero no es un árbol. Hablamos de hectáreas. Los menonitas meten maquinaria así a lo bestia, y con cadenas arrastran el monte, pero además lo que tiran lo apilan y le meten fuego, ni siquiera aprovechan la madera. La queman.
Con las granjas industriales hay una contaminación terrible en los cenotes; una contaminación del aire. El tufo de 50 mil cerdos. Y ellos dicen: si ya saneamos el agua. No hay ningún problema.
Llevaron a los diputados de Yucatán para mostrarles y los diputados dijeron: sí está saneada. Y los diputados, pues bueno, son diputados, qué más. Entonces yo un poco molesto me pongo impertinente y hasta un poco grosero; de repente me salen palabras técnicas y le digo al tipo que dice que está saneada el agua: oye, y por qué no pones un chiquero en tu casa; total, vas a sanear el agua, no te va a llegar el olor. No chingues, ponlo en tu casa. Por qué lo traes a mi casa.
Entonces hay contaminación del aire y la contaminación por el glifosato es una cosa seria en toda esa zona de Hopelchén. Casi hasta Guatemala por Quintana Roo hay una deforestación del monte y hay contaminación con glifosato. Alguien se atrevió a hacer estudios y descubrió que en la leche materna hay glifosato, en el semen hay glifosato.
Otra cosa que nos duele mucho es la muerte de los animales, la muerte de aves y de murciélagos. Alguien diría: a quién le preocupa que se mueran los pájaros; pues a nosotros claro que nos afecta que se mueran los pájaros, si los pájaros son sembradores también. De este árbol que se llama k’úumche’, los pájaros comen y luego distribuyen las semillas en todo el monte. Por eso tienen comida otros animales. Si se mueren las abejas o se mueren los murciélagos, qué le importa a esa gente. Esos aerogeneradores pueden matar a los pájaros migrantes. Pero me dicen: es que tú no sabes, como eres indio no sabes que los aerogeneradores son inteligentes. Y le digo entonces le debí preguntar al aerogenerador y no a usted.
De ese tamaño está la situación: hay muerte de aves, de murciélagos, está el problema de la eliminación de las plantas medicinales. Cuando viene una deforestación nadie pregunta si esta planta es medicinal o no. No les interesa saberlo.
Un compañero en Valladolid, casi llorando, nos dijo: nosotros aquí hacemos artesanía con bejucos, hacemos cestos, y cuando deforestan acaban con los bejucos que son nuestra fuente de vida, y dónde vamos a cortar los bejucos para hacer nuestra artesanía. También sirven para instrumentos que utilizamos aquí en la casa.
Esto me hizo recordar este cuentito que escribe Bruno Traven que se llama “Canastitas en serie”. Él retrata la disparidad entre la lógica capitalista y la nuestra. Eso exactamente es lo que nos pasa hasta el día de hoy.
Otra cosa que nos preocupa cuando se deforesta es que se van a ir los venados, los jabalíes. Ningún venado va a venir, ningún jabalí va a cruzar entre un millón de paneles solares con alegría.
Imagínense corriendo los venados entre los paneles solares, imagínense a los pájaros floreando allá en los paneles solares.
En cambio cuando hacemos milpa vemos a los pájaros florear allá sobre la milpa porque tienen qué comer.
También destruyen la tierra, fumigan y ponen fertilizantes químicos y después de algunos años la tierra ya no da. Se desgasta, se muere, se destruye. En la comunidad se generan conflictos, la gente que comienza a creer (y también tengo que admitir que son muchos), que creen lo que les dice el gobierno, lo que les dicen las empresas, están dispuestos a defender la causa de las empresas. En San José Tipceh, en el municipio de Muna en Yucatán, nos querían asesinar porque fuimos a acompañar a los compañeros que no quieren el proyecto solar allá. Y pues los otros que sí lo quieren, que son muchos, alimentados por la empresa que les lleva su cochinita todos los domingos en la mañana y cartones de cerveza, pues se aventaron contra nosotros. Y fue una de las veces que sufrimos agresiones físicas. Y luego nos volvieron a amenazar de muerte y esa amenaza viene de gente que sabe y que está relacionada, y provoca conflictos en la comunidad.
Otro problema que tenemos es que con este megaproyecto llegan también los grupos delictivos, el narcotráfico. Ya es más frecuente que las avionetas (hasta en pistas federales) aterricen con toneladas de cocaína. Son cosas que nosotros no estamos acostumbrados a vivir en la comunidad y nos ponen en riesgo.
Un problema adicional es la migración. La gente que ya vendió o que ya rentó sus tierras sabe que ya valió porque, según la nueva ley que se hizo en tiempo de Peña Nieto, cuando se renta la tierra por treinta años, en el contrato aclara que si la empresa lo decide puede prorrogar hasta dos ocasiones más sin que tenga que pedirle permiso a los dueños. Estamos hablando de 90 años. Si esto no es despojo qué chingados es.
Con el Tren Maya y todos sus megaproyectos, que yo les llamo Fonatren, se va a generar mayor pobreza, mayor ignorancia de la gente, por los niveles de corrupción. Esto fortalece la corrupción de las autoridades en todos los niveles. La mayoría de los comisarios ejidales son unos pinches corruptos y los corrompieron con 10 mil pesos, con 5 mil pesos, con 20 mil pesos. Con eso corrompen a un comisario ejidal y simula una asamblea y sella y firma el contrato. Y como él es la autoridad los papeles entran en el Registro Agrario Nacional (RAN) y como ahí también hay corruptos, pues que pase, y se aprueba.
Finalmente es la pérdida de la cultura y de la lengua madre. Perdemos nuestros valores y pensamos que de verdad vamos a tener desarrollo. Y sí, tal vez ese desarrollo viene: van a poner un Oxxo, un Walmart. Y si no tengo dinero no puedo pasar a comprar allá. Y si el Oxxo necesita un predio porque tiene que crecer, pues me va a decir: lo sentimos mucho, o te quitas o te quitamos.
Entonces se genera la migración. Me da mucha tristeza cuando veo que mucha gente de Centroamérica viene para pasar y cruzar al Norte y tal vez en unos años nos agarremos de las manos con ellos y nos enfrentemos al muro. Porque hay otro muro, hay uno en el Istmo que nadie ve todavía.
Nosotros como Asamblea del Territorio Maya Múuch ́ Xíinbal somos comunidades mayas que nos convoca mos para crear estrategias para la defensa de nuestro territorio en contra de los megaproyectos.
Nuestro lema es: no vendemos ni rentamos la tierra. Nuestros principios son conservar nuestra lengua, nuestro territorio y nuestra cultura. Tenemos que conocer y defender nuestros derechos como pueblos mayas. Y cuando digo derechos, no necesariamente son los reconocidos en la Constitución.
Creemos que tenemos derechos que no están reconocidos y tenemos que pelear por ellos. Los tenemos que luchar y defender. También necesitamos conservar nuestra independencia de los partidos políticos, de las religiones. Algunas veces algunos diputados nos han llamado y nos dicen: oye qué chingón lo que están haciendo en Múuch ́ Xíinbal. En qué les ayudo. Gracias, le contestamos, en que no te metas nos vas a ayudar mucho. No queremos nada con los partidos políticos, ni con muchas fundaciones. Me duele decir que sé que muchas fundaciones que dan dinero a las ONGs son fundaciones capitalistas que terminan generando el camino para este despojo.
Como asamblea promovemos nuestra autonomía y autodeterminación como comunidades mayas de la mano con el Congreso Nacional Indígena, el CNI. También construimos y ejecutamos un plan de vida con nuestros aliados. Hacemos una serie de actividades: talleres de información y formación en maya y castellano en las comunidades. Recorremos todas las comunidades en la península de Yucatán y si lo podemos hacer es porque creemos en lo que hacemos y no cobramos. Quienes estamos en Múuch ́ Xíinbal somos voluntarios. Nadie tiene un sueldo ni queremos tenerlo, porque sabemos que si no tenemos dinero es un problema, pero si tenemos dinero ya tenemos dos problemas; entonces preferimos no tener el dinero y ser voluntarios, trabajando con las comunidades. No queremos hacernos una asociación civil de ésas que se dedican a bajar fondos, no vamos a hacer eso, somos gente de comunidades, personas de 25 comunidades en este momento que nos organizamos, que nos comunicamos y nos organizamos.
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Segunda y última parte de la presentación de Pedro Uc Be en el Taller en Defensa de los Territorios, Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 13 de febrero de 2020.
Ojarasca # 276, abril 2020. 14-15 p
Vídeo de la presentación de Pedro Uc Be en el Taller en Defensa de los Territorios