top of page

¿QUÉ ES LO MAYA, QUÉ ES SER MAYA?


Fotografías: Haizel de la Cruz


La palabra maya es como una semilla de maíz que cae en tierra fértil o en algún espacio pedregoso lleno de espinos al acecho de algunos pájaros hambrientos que buscan desesperadamente un ligero desayuno en la mañana. La semilla que cae en tierra fértil es la que algunos llaman prehispánica, los mayistas la ubican en alguno de estos períodos llamados preclásico, clásico o posclásico; quienes la escuchan, ya sean extranjeros o locales, muestran un asombro amigable, una admiración con cierta envidia o por lo menos de respeto, quizá porque lo primero que se figura en su imaginación es la pirámide de Chichen Itzá, Uxmal o tal vez Mayapan.


La otra semilla, la que ha sobrevivido a la colonia, a la independencia, a la reforma juarista, a la revolución y a la cuarta desamortización (creo que oficialmente le dicen transformación) lleva más de quinientos años en resistencia bajo una férrea persecución, criminalización, encarcelamiento, tortura, racismo, desaparición forzada, entre otras condiciones desfavorables para que pueda nacer, espigar y dar frutos por cien. Sin embargo, a esta vulnerable semilla le han dado un uso político impresionante, debido a que la califican de pobre, en vez de empobrecida, por quienes han abusado de ella, lo siguen haciendo a través de una narrativa nutrida de favores que le llaman apoyos o bienestar como está de moda en tiempos de cuarta.


Entonces hay una especie de esquizofrenia frente a lo maya, si es “prehispánico y muerto”, se le exalta, si está creando y recreando su vida actualmente como persona, como pareja, como niña, como abuelo, como campesino, como familia, como comunidad organizada, y sobre todo si está de necio defendiendo su territorio, entonces ese es de derecha, o de extrema derecha, es conservador, ese “solo quiere joder a la 4ta” según afirma el director del FONATUR. Pero si es ese maya que puede ser erigido en el nicho de un museo, pintado en un vestigio, exhibido en un giro comercial, o en un sitio arqueológico, entonces es atractivo, es motivo de orgullo de un pasado glorioso, es promovido en otros países, es visitado por propios y extraños, es enaltecido por su dominio científico y artístico, es decir, es vendible.


Entonces ¿qué es lo maya a día de hoy? ¿Qué es ser maya? Para aclararnos mejor la respuesta a esta pregunta, quizá sea apropiado comenzar enumerando lo que NO es maya desde nuestro punto de vista como comunidades mayas en defensa del territorio y de la identidad.


No es maya los performances que se presentan en las plazas comerciales, parques y sitios arqueológicos con fines turísticos, comerciales y políticos representados por personajes peculiares relacionados con intereses particulares o de grupos en los que se hacen ciertas actividades en torno a una fogata por quienes portan vestiduras y suvenires que hacen creer principalmente a los extranjeros que son elementos ceremoniales de la cultura maya incluyendo el famoso bastón político de la dictadura.


No es maya enseñar la lengua maya, principalmente si responde a intereses políticos partidistas, como tampoco hablar la lengua maya para facilitarle al despojador del territorio manipular a los hombres y mujeres de la comunidad carentes de información objetiva sobre los fines que tienen las empresas que acaparan el suelo maya de la península de Yucatán en complicidad con las fuerzas políticas en turno.

No es maya promocionar un hotel que se llame maya, un restaurante que se llame maya, un museo que se llame maya, un periódico que se llame maya, una riviera que se llame maya, una avenida que se llame maya, una gasolinería que se llame maya, una universidad que se llame maya, y por supuesto un tren, aunque le llamen maya.

Lo lamentable del caso es que estos giros comerciales fundados como negocios de las grandes empresas dentro del territorio maya es lo que principalmente se conoce ahora como lo maya de la Península de Yucatán en tanto los mayas que somos de carne y hueso que seguimos sobreviviendo a la conquista y colonización nos esconden por el gobierno y sus cómplices empresarios del giro turístico, como a un secuestrado con las manos atadas, con la boca amordazada, abandonado con hambre y sed en el rincón más insalubre de la mazmorra. Esto sucede en cierto sentido con quienes aún vivimos en las comunidades pero, quienes se ven plenamente en esta situación son los jóvenes y señoritas que salen a buscar empleo en eso que ahora llaman polos de desarrollo, son los albañiles o constructores, camareras, cocineros, jardineros, narcomenudistas, policías sin rango, choferes al destajo que se ven obligados a cambiar su forma de vestir, de calzar y hasta de lengua para que en esa mazmorra pueda sobrevivir, estos son los mayas que no es lo maya que le interesa al poder empresarial y político aunque sean el tema de las campañas electorales.


Lo más curioso es que lo maya promocionado por las empresas no se parecen en nada a nosotros los mayas, como por ejemplo un hotel o un restaurante y menos un tren; lo que sucede es que lo maya del período clásico es muy atractivo para el turismo, es muy vendible la imagen del maya científico y artístico, el maya astrónomo y arquitecto, el maya urbanista y político, esto es lo que se concentra en los museos como parte del tour que se oferta por paquetes que incluye sitios arqueológicos donde vivieron esos mayas, lagunas y cenotes donde pescaron, navegaron y se bañaron, acondicionados ahora como lujosos lugares para comer, descansar y divertirse.


Al preguntarle a algunos hermanos mayas por qué ha pasado esto, sin pensarlo, como salido directo del corazón, dijo uno de ellos ¡Nos han robado! Pero no están satisfechos con lo que ya controlan, siempre quieren más, ahora vienen por todo el territorio a robar la luz del sol y la fuerza del viento, a echarnos de nuestra casa para que lo único maya que quede a encabezar los otros giros “mayas” sea ese tren de la muerte, dijo enérgica una mujer maya mientras formaba con sus manos una tortilla de masa de maíz nuevo, recién cosechado de la milpa. Además, son espacios de explotación y humillación para nuestros hijos que trabajan en esos lugares, remarcó al cerrar su palabra.



Las y los nojoch wíinik [1] nos han dejado un tsikbal [2] en el que nos comentan lo que creen y afirman que es lo maya, es decir lo que ellos y ellas son, según su entender; afirman que ser maya es creer que el ser humano no puede vivir si su entorno no tiene vida porque su vida ha nacido de esa vida fundante, su vida como mujer y hombre es emanada del agua, de la luz del sol, de la oscuridad de la noche, del viento de los cuatro rincones del mundo, de la tierra plana y montañosa, de la nube blanca y negra, del fuego que duerme en la roca, de los árboles y del maíz que nos dio su carne para caminar como un jaguar, dejar huellas como un venado y cantar como un faisán.


Las y los mayas tenemos un tipo mirada sobre la realidad, un tipo de escucha de los sonidos, un tipo de sentir el contacto con nuestro entorno, un tipo de lenguaje, un tipo de organización, un tipo de explicación o interpretación de los sucesos. Todo esto se puede resumir con base en la comprensión y puesta en práctica de una peculiar articulación de todo aquello que tiene vida, es decir, de la vida en sus diferentes formas o expresiones, considerando que cuando se daña a alguien o a algo se daña a todos, que de la vida tomamos lo que necesitamos para mantener el ciclo de nacer, crecer, reproducirse y morir para retomar otra forma de esa misma vida. Por eso afirmamos que defendemos la vida al proteger la salud del agua, la salud de la tierra, la salud del viento, la salud del monte, la salud de los animales, la salud de los pájaros, la salud de la lluvia, la salud de nuestros hijos e hijas, en resumen, la salud de nuestro territorio.

Lo maya es hacer milpa, ese espacio del aprendizaje de los niños y niñas, donde tocan los colores en las flores, identifican las plantas, llaman por su nombre a cada animal, a cada pájaro, a cada insecto, a cada serpiente; la milpa es terapéutica no solo porque nacen muchas plantas medicinales sino por los sonidos que guarda, por sus luces y sombras, por su diversidad. Finalmente entre calabazas, frijoles, iibes [3], camotes, y demás cultivos está el maíz, la mazorca que nos dio carne, esa mazorca que le gusta bañarse en la lluvia, jugar con el viento y alimentar a todos los animales, pájaros y abejas de Yuum K’áax [4] con cada Ixi’im [5] que brota a la altura de los pechos de su cuerpo, cual mujer madura.

Lo maya es hablar la lengua como lo hacen los pájaros, como lo hace el viento, como lo hacen los animales que no se dejan colonizar, que no se dejan conquistar, que conocen otras lenguas y las pueden usar pero no renuncian a la suya ni por la caridad de los falsos benefactores del poder político y económico. Hablar la lengua maya no corresponde a un programa sino a un estilo de vida, a una identidad vinculada con todas las formas de vida; en nuestras familias, los animales que conviven con nosotros como los gatos, perros, cerdos, pavos y gallinas también hablan maya con nosotros, los llamamos y vienen o los regañamos y se repliegan. Hablar maya es natural de día y de noche, en el conflicto o en el amor, en los compromisos o en las bromas, en la casa o en la calle.


Lo maya es hacer los ritos agrícolas, ritos por la salud, ritos para la protección y ritos por las celebraciones familiares. Todos los ritos en la Península de Yucatán son diálogos que se realizan con Yuum iik’ [6], son encuentros familiares entre los que vivimos en la carne y los que viven en el iik’ [7], la mediación de este diálogo o conversatorio es el píibil waaj [8], el sakab [9] y el báalche’ [10]. Principalmente, son el canal, son los símbolos de una relación saludable para crear el espacio y el ánimo para hacer nudos del pensamiento con la palabra que brota del corazón de la comunidad, siempre comunitario, en casa que es la comunidad donde todas las familias son una sola en torno al Xya’axche’ [11], Siipche’ [12] y el Báalche’.


Lo maya es fortalecer nuestras creencias, algunos le llaman mitos, otros le dicen cosmogonías y algunos más aventurados le llaman brujería o idolatría. Lo cierto es que estas creencias son en buena parte lo que nos hace mayas, creemos que somos de maíz, creemos que somos apenas una forma de vida como las plantas, como las flores, como los pájaros; creemos en el acompañamiento de la Xtáabay [13] a nuestras formas de vivir, sus apariciones son alertas, son mensajes de nuestros Yuumtsilo’ob [14] y X Ko’olebilo’ob [15]; creemos en el J Wáay [16] como la presencia de esa otra vida más plena, trascendente; creemos en la fuerza de Yuum Cháak [17], de Yuum K’áax, de Yuum iik’, de Yuum K’áak’ [18], de Yuum K’áak’náab [19], de Yuum K’iin [20], de X ki’ichpan Na’ Uj [21] que mantienen saludable la vida, nuestra vida.


Lo maya es alimentar nuestra cocina y nuestro fogón, los productos de la milpa y las aves de crianza en nuestros patios son las que engrandecen la cocina y nutren nuestro fogón, las tortillas hechas a mano y cocidas con las conversaciones que se vierte en la cocina entre gotas de sudor y mucho cariño esparcido por quienes cocinan, le dan a nuestras comidas un sabor y un sazón único, aunque muchas veces no pasen de ser unos huevitos estrellados con chile maax [22] sancochado con un diente de ajo y machacados con un poco de limón con algo de sal, quizá un par de tomates hervidos y machacados dentro de la misma agua en la que se ha cocido para despedazar en ella las tortillas gordas asadas al carbón. Hay una cantidad de comidas sencillas pero muy sabrosas y saludables que acostumbran las familias mayas que se consumen desde hace muchos años.


Lo maya es practicar la medicina maya, que no es medicina herbolaria o tradicional como lo llaman quienes desconocen la cultura maya y quienes con intención de descalificar este conocimiento y práctica de las comunidades originarias. Nosotros afirmamos que no es tradicional porque está fundada en conocimientos ciertos, experimentados, sistematizados; tampoco se limita al uso de yerbas como quieren reducirla al consumo de algunos tés; las familias de las comunidades mayas previenen la enfermedad, no se concentran en curar dolores en el cuerpo, más bien enseñan una forma de vida que previene llegar a sufrir impactos negativos en el cuerpo humano, aconsejan dormir bien, comer sano, beber agua limpia, dormir suficiente, conversar mucho, arreglar pacíficamente los conflictos, crear espacios comunitarios, celebrar a los Yuumtsilo’ob y articularse con las diferentes formas de vida para que todo esté sano y saludable.


Lo maya es cuidar el monte y el agua, esto empieza con lo que occidente le llama ritos, el monte es el espacio universal, ahí nace la vida en complicidad con la tierra, el agua, el viento, el fuego, la luz, la oscuridad, el sonido y el silencio entre otras presencias; lo que hoy llaman elegantemente deforestación, es un atentado en estos tiempos al origen de la vida, toda vez que, el llamado desarrollo occidental ha rebasado los límites que le permiten a la madre tierra mantener su salud, hay demasiados megaproyectos que deforestan o destruyen el medio ambiente, contaminan el agua del mar, de los cenotes, de las lagunas y hasta de la lluvia; entonces lo maya es procurar el equilibrio, no la borrachera, no la pérdida del tejido, no la insensatez sino lo que el cuerpo puede sostener sin que sea dañado, ahora consideramos que es tiempo de parar la destrucción y la violencia criminal sobre nuestro territorio para convertirlo en una plancha de cemento con rieles eléctricos que pueden electrocutar la endeble salud de nuestra madre tierra.

Lo maya es fortalecer la asamblea comunitaria, ese espacio de la creación de las ideas y las palabras que actualizan y le sacan brillo a la política comunitaria, donde las mujeres y los niños tejen su voz con los oídos atentos y el corazón sensible de todas las voces presentes en ese esfuerzo artístico de crear luces y sombras políticas, culturales, económicas, sociales, morales, productivas, familiares, pero sobre todo, donde se le da forma humana y comunitaria al poder; esa fuerza que daña si está solamente en una mano o en algunas manos, ese aliento que debe ser compartido como la ofrenda que se distribuye comunitariamente en fraternidad con los Yuumtsilo’ob, esa virtud que no puede ser propiedad privada debido que es madre y padre de todas y todos, ese dolor que debe ser horizontal para que no se pierdan vidas humanas, ni de animales, ni de pájaros, ni de las flores y menos de las abejas, ni otras vidas que forman parte de la familia comunitaria.

Lo maya es territorializar o reterritorializar la Península de Yucatán con lo maya, eso no se hace ni se logra con sembrar algunos árboles partidistas en programitas aunque le llamen pomposamente “sembrando vida”; territorializar nuestros pasos, nuestra voz, nuestra creencia, nuestro conocimiento, nuestro sistema de salud, nuestra milpa, nuestra fe, nuestro maíz, nuestro báalche’, nuestro ch’a’acháak [23], nuestra escucha, nuestra mirada y nuestro corazón; es reafirmar con toda la fuerza comunitaria creada en la asamblea, nuestra identidad, defender de los atracadores nuestro nombre, nuestra dignidad, nuestros colores, nuestras semillas, nuestras espigas, nuestro polen, nuestra onomatopeya, nuestra fiesta, nuestra ofrenda y nuestro corazón.


Lo maya es informarse del acontecimiento local, regional y planetario, escudriñar el calendario y las geografías para hacer uso de la tecnología y contribuir también a crearla, quienes nos acusan de querer regresar al pasado no tienen claridad en su palabra, nuestro pasado es justo lo que hoy presumen al turismo, es una historia construida con ciencia y tecnología para la vida en equilibrio con la naturaleza, articulado con el medio ambiente; es un error afirmar que los mayas despreciamos los avances tecnológicos, más bien quienes llegaron del llamado viejo continente a estas tierras que es nuestro territorio, cortaron nuestra soga viviente, trozaron el tronco de la xya’axche’, ahorcaron a los Chilam Báalam, quemaron nuestros libros y hoy venden nuestro vestigios arqueológicos, en síntesis, nos hundieron en la ignorancia, lo mismo que siguen haciendo hasta el día de hoy, creen que lo maya es ser pobre e ignorante, así creen, aunque sus creencias son regularmente de esa naturaleza, descontextualizada, contradictoria, sin sentido y en contrasentido; lo maya es también un transitar no solo científico sino artístico, musical, literario y poético entre muchas otras expresiones del arte.


Lo maya es defender el territorio de la invasión y despojo por los megaproyectos del desarrollo de la delincuencia legal y de facto en contra del medio ambiente, de la tierra, del agua, del monte y del maíz que somos las mujeres, los hombres, las niñas y los niños; es defender nuestra autonomía y autodeterminación, defender y vivir en rebeldía si es necesario nuestro ser sujeto de derecho, derrumbar el trato que nos dan de ser “entidades de interés público” en el que equiparan nuestras comunidades con un tugurio; nuestros derechos indígenas los tenemos que vivir en el día a día aunque las leyes colonialistas no las quieran reconocer.

Lo maya es reconocerse maíz, es convivir en comunidad como el maíz de una mazorca, es fortalecer la generosidad del corazón, así como llenarlo de rebeldía y dignidad para rugir como jaguar y para cantar como ruiseñor este pensamiento: “La tierra maya no se vende ni se renta”.

[1] Nuestros mayores.


[2] Conversación.


[3] Tipo de frijol.


[4] Padre “creador” del monte.


[5] Maíz.


[6] Padre “creador” del viento.


[7] “Viento”.


[8] Tortilla cocida bajo tierra.


[9] Pozole.


[10] Tipo de árbol “sagrado”.


[11] Ceiba, árbol “sagrado”.


[12] Tipo de árbol “sagrado”.


[13] Madre “creadora”.


[14] Padres “creadores”.


[15] Madres “creadoras”.


[16] Padre “creador” del misterio.


[17] Padre “creador” de la lluvia.


[18] Padre “creador” del fuego.


[19] Padre “creador” del mar.


[20] Padre “creador” del sol.


[21] Madre luna “creadora”.


[22] Tipo de chile silvestre.




 


WHAT IS MAYA, WHAT IS TO BE MAYA?

by Pedro Uc Be October 6, 2021


The word Maya is like the seed of maize falling on fertile soil or some stony place, full of thorns, where some hungry birds lurk, desperately looking for a light breakfast in the morning. The seed that falls on fertile soil is what some call pre-Hispanic, Mayanists classify it as a so-called preclassic, classical, or postclassic period; and those who listen, whether foreigners or locals, show friendly amazement and admiration, with particular envy or at least respect, perhaps because the first thing that comes to their minds is the pyramid of Chichen Itzá, Uxmal, or maybe Mayapan.


The other seed, the one that survived colonization, independence, the Juarist reform, the revolution, and the fourth confiscation (I think they officially call it transformation) has been in resistance for more than five hundred years under fierce persecution, criminalization, imprisonment, torture, racism, forced disappearance, among other unfavorable conditions for it to be born, germinate, and bear fruit, multiplied by a hundred. This vulnerable seed has become an impressive political tool for those who label it as poor, instead of impoverished, and have abused it. Moreover, they continue to do so through a narrative nourished by favors called aid or welfare, as it is fashionable in these fourth-category [1] times.


That is, there is a kind of schizophrenia around what Mayans are. If “pre-Hispanic and dead,” they are exalted; if creating and recreating life in the present as a person, a couple, a girl, a grandfather, a peasant, a family, an organized community—particularly if they are foolish enough to defend their territory—then they are considered right-wing, far-right, conservative, those people who “just want to screw the 4th,” according to FONATUR’s director. [2] But if it is a Maya that can be placed in the niche of a museum, painted on a relic, exhibited on currency or an archaeological site, then they are attractive, a source of pride of a glorious past, promoted in other countries, visited by their own and strangers, exalted for their scientific and artistic domain, that is, Maya is something to sell.


So what is Maya today? What is to be Maya? To better clarify the answer to this question, it may be appropriate to begin by listing what is NOT Maya, from the point of view of us Mayan communities in defense of our territory and identity.


It is not Maya those performances at shopping malls, parks, and archaeological sites for tourist, commercial, and political purposes represented by peculiar characters related to particular interests or groups in which certain activities are done around a campfire by those who wear clothes and souvenirs that make foreigners, in particular, believe that those are ceremonial elements of the Mayan culture including the famous political staff of the dictatorship.


It is not Maya to teach the Mayan language, especially if it responds to partisan political interests, nor to speak the Mayan language to help the usurpers of the territory to manipulate the men and women of a community who lack objective information about the intentions of companies that want to hoard Mayan soil in the Yucatan Peninsula, in cooperation with the political forces in power.

It is not Maya to promote a hotel called Maya, a restaurant called Maya, a museum called Maya, a newspaper called Maya, a riviera called Maya, an avenue called Maya, a gas station called Maya, a university called Maya, and of course, a train, even if they call it Maya.

The most unfortunate thing about it is that these lines of commerce built by big businesses in Mayan territory are what today most know as Maya of the Yucatan Peninsula. While flesh and blood Mayans, who continue to survive the conquest and colonization, are hidden by the government and its accomplices in the tourism business, like kidnapped, hand-tied, mouth-gagged prisoners, abandoned to die of hunger and thirst in the dirtiest corner of a dungeon. This happens somewhat to those who still live in their communities but particularly to the young men and women who go out looking for employment in what today we call “development centers,” the masons or construction workers, waitresses, cooks, gardeners, narco-retailers, police without rank, piecemeal drivers, who are forced to change their ways of dressing, footwear and even their language in order to survive in that dungeon. These are not the Mayans corporate and political powers are interested in, even when Mayans become an electoral campaign agenda.


The strangest thing is that the Maya promoted by companies are nothing like us Mayans, such as a hotel, a restaurant, and much less, a train. What happens is that the Maya of the classical period is very attractive for tourists: the image of the scientific and artistic Maya, the Mayan astronomer and the architect, the urban Maya and the politician; that is what is collected in museums as part of the tour package offered in archaeological sites where those Mayans lived, the lagoons and cenotes where they fished, sailed and bathed, now conditioned as luxurious places to eat, rest and have fun.


When I asked fellow Mayans why this had happened, without thinking about it, as if coming straight from the heart, one of them said, “They robbed us!” “But they are not satisfied with what they already control, always wanting more, they come all over the territory to steal the sunlight and the force of the wind, to throw us out of our homes so that the only Mayan thing left, which will promote other ‘Mayan’ businesses, is that train of death,” said a Mayan woman energetically while making tortillas from freshly harvested corn flour from the milpa. “Moreover, they are spaces of exploitation and humiliation for our children who work there,” she added to make a final point.



The nojoch wíinik [3] have left us a tsikbal [4] that tell us assertively what they believe is to be Maya, that is, what Mayans are according to their own understanding. They confirm that to be Maya is to believe that human beings cannot live if their environment has no life for their lives were born from that founding life, their lives as women and men emanate from the water, the sunlight and the night’s darkness, from the wind of the four corners of the world, from the flat and mountainous earth, from the white and black clouds, from the fire that sleeps on the rock, from the trees and the corn that gave us their flesh to walk like jaguars, leave footprints like deers, and sing like pheasants.


Mayans have a certain outlook on reality, a way of listening to sounds, being in touch with our environment, a certain kind of language, a certain kind of organization, a way of explaining or interpreting events. All of this can be summarized based on the understanding and implementation of a peculiar articulation of everything that is alive, that is, living in all its different forms or expressions, taking into consideration that when we harm someone or something, it hurts everyone, that we only take from life what we need to maintain the cycle of birth, growth, reproduction, death to take another life form. That is why we insist that to defend life we must protect the health of the water, of the earth, of the wind, of the mountain, of the animals, of birds, of the rain, the health of our sons and daughters, in short, the health of our territory.

To be Maya is to make milpa, that space of learning where children can touch the colors of the flowers, identify plants, call each animal, each bird, each insect, each snake by its own name. The milpa is therapeutic not only because many medicinal plants grow there but because of its sounds, lights and shadows, the diversity that it holds. Among pumpkins, beans, iibes [5], sweet potatoes, and other crops we find corn, the cob that gave us meat, the cob that likes to bathe in the rain, play with the wind and feed all the animals, birds and bees of Yuum K’áax [6] with each Ixi’im [7] that sprouts at the height of the breasts of a body, like a mature woman.

To be Maya is to speak the language like birds, like the wind, like the animals, by refusing to be colonized, by refusing to be conquered, by knowing other languages and using them but not renouncing his or her own language, not even for charity from false benefactors of the political and economic class. Speaking the Mayan language does not belong to a [government] program but to a way of life, to an identity linked to all forms of life; in our families, the animals that live with us such as cats, dogs, pigs, turkeys, and chickens also speak Mayan with us, we call them and they come, we scold them and they retreat. To speak Maya is as natural as day and night, in conflict or in love, in commitments or when telling jokes, at home or on the streets.


To be Maya is to practice agricultural rituals, rituals for health, for protection, and for family celebrations. All the rituals in the Yucatan Peninsula are dialogues with Yuum iik, [8] they are family meetings between those who live in the flesh and those who live in the iik’, [9] the mediation of this dialogue or conversation is the piibil waaj, [10] the sakab, [11] and the báalche’.[12] Mainly, they are the channel, they are the symbols of a healthy relationship to create the space and the spirit to knit thoughts with the word that springs from the heart of the community, always communal, at home, which is the community where all families are one, around Xya’axche’, [13] Siipche‘, [14] and Báalche’.


To be Maya is to strengthen our beliefs, some call it myths, others call it cosmogonies, and some more adventurous call it witchcraft or idolatry. The truth is that these beliefs are essentially what makes us Maya, we believe that we are corn, we believe that we are just a way of life like plants, like flowers, like birds; we believe in the accompaniment of Xtáabay [15] to our ways of living, its apparitions are warnings, they are messages from our Yuumtsilo‘ob [16] and X Ko’olebilo’ob [17]; we believe in J Wáay [18] as the presence of that other, fuller transcendent life; we believe in the strength of Yuum Cháak [19], of Yuum K’áax, of Yuum iik’, of Yuum K’áak’ [18], of Yuum K’áak’náab [19], of Yuum K’iin [20] of X ki’ichpan Na’ Uj [21] that keep life, our lives, healthy.


To be Maya is to feed our kitchen and our stove with products of the milpa and birds we breed in our patios, which enlarge our kitchen and nourish our stoves. The handmade tortillas are sewn with the conversations that pour into the kitchen among drops of sweat and lots of affection scattered by those who cook, they give our meals a unique flavor and seasoning, although many times they are no more than sunny-side-up eggs with stewed maax [24] chili, a crushed garlic clove, and a bit of lemon and salt, perhaps a couple of boiled tomatoes crushed in the same water where they were cooked to dip torn charcoal roasted fatty tortillas in it. There are several simple but delicious and healthy meals that Mayan families are accustomed to and have consumed for years.


To be Maya is to practice Mayan medicine, which is not herbal or traditional medicine as they call it, by those who do not know the Mayan culture and try to discredit this indigenous community’s knowledge and practice. We assert that it is not traditional because it is based on specific, experienced, systematized knowledge; nor is it limited to the use of herbs as they say, nor reduced to the consumption of teas. Mayan families prevent diseases, they do not focus on curing body aches but teach instead a way of life that prevents the human body from suffering negative impacts. They advise sleeping well, eating healthy, drinking clean water, getting enough sleep, talking a lot, peacefully settling conflicts, creating community spaces, celebrating the Yuumtsilo‘ob, and articulating with the different ways of life so that everything is hale and healthy.


To be Maya is to take care of the mountain and the water, which begins with what the West calls rituals. The mountain is a universal space where life is born, complicit with the earth, water, wind, fire, light, darkness, sound, and silence, among other beings present. What they elegantly call today deforestation is an attack on the origins of life; the so-called Western development has exceeded the limits allowed for Mother Earth to remain healthy, there are too many megaprojects that deforest and destroy the environment, pollute the ocean, the cenotes, lakes and even rain. To be Maya, then, is to seek balance, saying no to drunkenness, no to the loss of harmony, no to foolishness but what the body can sustain without being damaged. We believe now is the time to stop the destruction and criminal violence of our territory that turns it into a cement plate with electric rails that can electrocute the weak health of our mother earth.

To be Maya is to strengthen community assemblies, that space of ideas and words creation that update and give shine to community politics, where women and children weave their voices with attentive ears and a sensitive heart of all the voices there present in an artistic effort to create political, cultural, economic, social, moral, productive, and family lights and shadows. But above all, where power takes human and communal form, a force that is harmful only when controlled by one or a few; that breath must be shared like an offering that is distributed among the community, in fraternity with the Yuumtsilo‘ob; that virtue cannot be private property because it is mother and father to us all; that pain must be horizontal so that human lives are not lost, nor animals, nor birds, nor flowers, and much less bees, nor other lives that are part of the communal family.

To be Maya is to territorialize or reterritorialize the Yucatan Peninsula with the Maya, which can’t be achieved by planting some partisan trees through little programs pompously called “sowing life.” We must territorialize our steps, our voices, our beliefs, our knowledge, our health system, our milpa, our faith, our corn, our báalche‘, our ch’a’acháak, [25] our ways of listening, our gaze and our heart; we must reaffirm with all our communal strength forged in the assembly, our identity, to defend our name, our dignity, our colors, our seeds, our sprout, our pollen, our onomatopoeia, our feast, our offering, and our heart.


To be Maya is to be informed of local, regional, and planetary events, to scrutinize the calendar and geographies to make use of technology and also contribute by creating it. Those who accuse us of wanting to return to the past do not speak clearly; our past is exactly what tourism presumes today, a history built with science and technology to live life in balance with nature, articulated with the environment. It is a mistake to say that Mayans despise technological advances, instead, it was those who came from the so-called old continent to these lands that is our territory, who cut our living rope, chopped the trunk of the xya’axche‘, hanged the Chilam Báalam, burned our books and today sell our archaeological vestiges, in short, they plunged us into ignorance just like they continue to do today. They believe that Mayans are poor and ignorant, that’s what they think, although their beliefs are usually of that nature, decontextualized, contradictory, meaningless and in contradiction. To be Maya is also to dwell not only in the scientific but in the artistic, musical, literary and poetic, among many other art expressions.


To be Maya is to defend our territory from invasion and dispossession by development megaprojects of legal and de facto crimes against the environment, land, water, mountains, and corn, which we women, men, girls, and boys are; it is to defend our autonomy and self-determination, to defend and live as subjects of law, in rebellion if necessary, to collapse that treatment we are given like “entities of public interest” in which they equate our communities with a hovel. We have to live our indigenous rights on a day-to-day basis even if colonialist laws do not want to recognize them.

To be Maya is to recognize oneself as corn, to live together in a community like corn on a cob, to strengthen the generosity of the heart, as well as fill it with rebellion and dignity to roar like a jaguar and sing like a nightingale, as thus: “Mayan land is not for sale nor for rent.”

[1] Also referring to President Andrés Manuel López Obrador’s “fourth transformation” campaign promise.


[2] Fondo Nacional de Fomento al Turismo.


[3] Our elders.


[4] Conversation.


[5] Type of bean.


[6] Father “creator” of the mountain.


[7] Corn.


[8] Father “creator” of the wind.


[9] “Wind”.


[10] Tortilla cooked underground.


[11] Pozole.


[12] Type of “sacred” tree.


[13] Ceiba, “sacred” tree.


[14] Type of “sacred” tree.


[15] Mother “creator”.


[16] Parents “creators”.


[17] Mothers “creators”.


[18] Father “creator” of the mystery.


[19] Father “creator” of the rain.


[20] Father “creator” of fire.


[21] Father “creator” of the sea.


[22] Father “creator” of the sun.


[23] Mother “creator” of moon.


[24] Kind of wild chili.


[25] Mayan ritual to attract rain.



Publicado por AWASQA.ORG


En español


En inglés

Comments


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay etiquetas aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page