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La Mazorca es Mujer y Hombre Maya.


Foto: Haizel de la Cruz

Por Pedro Uc

K’an es el témino maya que se puede traducir como amarillo, sazón o maduro. En la milpa las etapas del maíz sembrado que se convierte en planta de elote tiene nombre, ¡claro que si! ¡qué podría ser más importante para el campesino maya que al maíz! La importancia de un hecho o de un elemento multiplica la riqueza de la palabra o el lenguaje como ha sucedido con esta semilla.

Púuts’ que se puede traducir como aguja es la palabra que se usa cuando la plantita de elote ve la luz del sol, cuando nace aquella semilla a una nueva vida. Bult’u’ulil le dice el campesino maya cuando alcanza el tamaño del conejo o lugar donde se puede ocultar el conejo. Pool píixil es su nombre cuando alcanza la altura de lo rodilla de una persona mayor. Bulchuunche’il se le nombra cuando se pone al igual con los troncos de los árboles que fueron cortados cuando se hizo la tumba. Juntseemil es como se le califica cuando llega su altura hasta el pecho de una persona adulta. Junbulaj es cuando apenas rebasa la altura de una persona mayor y que puede caminar entre las plantas del elote y no se le ve porque se halla sumergido entre ellas. Táan u p’o’ochajal es el nombre que recibe cuando empieza a florecer o espigar y las abejas y mariposas se atropellan para besarla. Sakpak’e’en se le dice a las pequeñas y flacas mazorcas que apenas pegan y sueltan un lujoso cabello blanco que juega al corro con el viento ante la complaciente sonrisa del sol. Chakpak’e’en es como se les llama a los cabellos que adquieren un color rojo quemado y anuncia que el olote comienza a engranarse. Ek’jute’en se le dice cuando ya se ha llenado de maíz muy tierno pero que ha logrado un cuerpo adolescente. Finalmente cuando se ha logrado se dice k’an-ts’ile’en o ts’o’ok u k’antal, es decir ya está amarillo o ya está maduro. La palabra amarillo, K’an, significa también maduro aunque el fruto no tiene nada qué ver con el color amarillo. Un hombre o una mujer que alcanza la mayoría de edad se dice que ya está k’an, amarillo, maduro o ts’o’ok u k’anchajal o k’antal, es decir ya puede alimentar, es alimento, ya es semilla, ya puede reproducirse, es ch’i’ibal, es estirpe, es color, es sur, es una esquina del mundo.

En la lengua se guarda el pensamiento, la memoria, la palabra antigua que encontramos entre las líneas de un Popol Vuj sincretizado o cristianizado, esta palabra que testifica nuestro origen de maíz que nuestro pueblo siembra como familia y como milpa, es una lengua que debe ser hablada, no sustituida por sonidos vacíos sino por cantos que transmiten pensamientos, sentidos, significados, acciones que colorean la identidad del pueblo maya.

Los mayas k’antak, amarillos o maduros, (hay que recordar que al ser humano lo hicieron de maíz amarillo según el Popol Vuj) son lamentablemente pocos; muchos siguen siendo plántulas que sufren sequía, sus hojas están casi marchitas, están cultivados en el patio trasero de la hacienda del moderno ts’uul que les ofrece empleos a cambio de sus tierras y territorios, a cambio de un tren que le han puesto su apellido para que ya no sean más campesinos sino recursos humanos para los retretes. Ojalá que la rebelde lluvia del sur que sobrepasa los muros del casco de la hacienda, nos llegue para que las mazorcas alcancen ser k’an o k’áants’ile’entak.

De acuerdo a la creación que narra el Popol Vuj quizá sea el momento de que los hombres y mujeres mayas nos tomemos un momento del día o de la noche para preguntarnos en qué etapa de la creación estamos, de qué está hecho nuestro óol, no sea que estemos apenas en el hombre de lodo que se desmorona ante cualquier lluvia ácida promovida por el ts’uul, o que seamos de madera y la maldición nos haya caído y estemos convertidos en imbécil P’uus que está condenado a fracasar. Lo ideal es que seamos hombres y mujeres de maíz, amarillo, blanco, rojo, negro, de todos los colores para que nunca más exista el desprecio por los colores de la piel, para que no permitamos el arrebato de nuestro territorio, para que no seamos manipulados por el poder en turno que promueve megaproyectos que nos despoja de nuestra tierra y territorio. Seamos k’an ixi’im.


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