X táabay-iik' in na'
Pedro Uc Be, escritor y defensor del territorio maya
Pedro Uc es una persona que se la pasa escribiendo, traduciendo y dando clases de maya en diferentes niveles y lugares; mientras, participa de Múuch’ Xíinbal, la Asamblea de Defensores del Territorio Maya. Vive dos vidas a la vez: la creación literaria y la lucha social. Ambas se condensan en el cuento X táabay-iik’ in na’, Mi madre es una x táabay, ganador del premio “Alfredo Barrera Vásquez” de los XV Juegos Literarios Nacionales Universitarios de la Universidad Autónoma de Yucatán de este año.
La lucha por el territorio y por el idioma se tejen –como el pensamiento de Gladys Tzul, Lorena Cabnal y el feminismo comunitario del área maya,– como el hilo de la plática de Anastasia, la madre de el pequeño Olich, el apodo de Olegario, protagonista del relato de Uc. Anastasia “no es bien vista por otras mujeres”: es una mujer trabajadora, de mirada dura, que “nunca descansa”. De la misma manera educó a Olich, su único hijo, un niño flaco y enfermizo de ojos diminutos. Los personajes son esclavos en la hacienda de Santiago May en X-Yáat, al noroeste del imaginario Yucatán.
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El cuento relata los castigos físicos del esclavismo, la miseria material de la hacienda y la producción de maíz y animales. Pero, además, en X-Yáat “se silencia la palabra maya”. Como puede verse en el reciente documental El tren que no tiene permiso, dirigido por Gloria Muñoz Ramírez, esto es algo que a Pedro le preocupa también en un sentido político. En la película el escritor señala que la ciudad sagrada de Calakmul es muy importante para los que “hasta el día de hoy” hablan la maya.
Pedro Uc Be, escritor y defensor del territorio maya
El cuento resignifica una leyenda vernácula: la Xtab, X-Táabay, la mataborrachos. Una narración mitológica que puede rastrearse desde el Códice de Dresde. La mujer suele aparecerse en brechas o caminos y seducir a los hombres que regresan borrachos, que son violentos en sus casas. Luego la X-Táabay los mata. Pedro Uc hace encarnar el feminismo en el personaje mitológico, advirtiendo lo que le sucede a él como a cualquiera que lucha por la justicia: recibe insultos, amenazas, despidos; Xtab casi advierte el inaceptable despido de Regina Carrillo. La mataborrachos es metáfora de todo lo que queda amenazado por el turismo y el trabajo asalariado; la mujer mitológica simboliza tres hilos entretejidos: la literatura, el territorio y el idioma.
Frente a la Macroplaza hay una glorieta que en medio tiene una ceiba, el árbol sagrado de la región. La planta ancestral está rodeada por una mujer de piedra, adornada con bajos relieves en sus faldas, que la envuelven: es la X-Táabay. El monumento demuestra lo importante que es el personaje en la región. A pesar de ser una escultura descolorida, su presencia monumental nos permite entender la magnitud del tópico con el que Pedro Uc trabaja en su literatura.
“Aunque el patrón diga que es el demonio”, Anastasia le cuenta a Olegario que la X-táabay en realidad es la “Señora Viento que procura el buen vivir de una mujer”. El lado justiciero del relato conecta con las mujeres del área maya que han hecho posicionamientos frente una de las formas más eficaces de destruir pueblos enteros, como también estuvieron conscientes las Panteras Negras, el alcoholismo.
UN CUENTO QUE ROMPE LUGARES COMUNES
X táabay-iik’ in na’ es un cuento que rompe los lugares comunes: el género es uno de los ejes en los que Uc resulta autocrítico; como Lorena Cabnal, quien explica que la mitología ancestral tiende a mostrar personajes femeninos como pasivos y masculinos como dominantes dentro de la cosmovisión maya. Ambos intelectuales indígenas ponen en tela de juicio la narración de su propio pasado, lo actualizan al reescribir, lo piensan y tejen con las violencias del presente
Como indica Gladys Tzul Tzul en “La forma comunal de la resistencia”, un artículo reciente en la Revista de la UNAM, las mujeres de Ixcán “analizaron que el consumo de alcohol es una de las principales causas que aumentan la violencia contra la mujer y contra los niños; generan inestabilidad y rompen con la armonía en las familias; descompensan la economía familiar”. Así, para proteger a las familias como Olich y Anastasia, varias comunidades mayas tanto de Guatemala como del territorio zapatista, han prohibido la venta de alcohol en sus pueblos. Sumándose a esta iniciativa desde la literatura, la X-Táabay de Pedro Uc tiende puentes políticos e imaginativos entre Yucatán, Chiapas y Guatemala.
X táabay-iik’ in na’ es un cuento que rompe los lugares comunes: el género es uno de los ejes en los que Uc resulta autocrítico; como Lorena Cabnal, quien explica que la mitología ancestral tiende a mostrar personajes femeninos como pasivos y masculinos como dominantes dentro de la cosmovisión maya. Ambos intelectuales indígenas ponen en tela de juicio la narración de su propio pasado, lo actualizan al reescribir, lo piensan y tejen con las violencias del presente.
Uc aporta con esta obra a una cosmovisión que hasta el día de hoy levanta monumentos, escribe una literatura y personajes que siguen rindiendo, pues dan sentido a quienes las narran, actualiza la discusión sobre el devenir de un área del país cada vez más amenazada por la nueva esclavitud, diferente y similar a la de X-Yáat: la esclavitud del salario, la sutil miseria del turismo, el silencioso despojo de tierras contra el que Pedro se enfrenta. Aunque la Macroplaza y el blanqueamiento de la imaginación se lleven casi toda la atención, la X-Táabay “tiene que vivir”.
Escrito por Alfredo Bojórquez, en el Blog "El chilam Balam". Enlace